-Bienvenida al entrenamiento.

- ¿Entrenaré con ellos?- señala al grupo donde hay jovenes de mayor edad, que peleaban con destreza, estaba comenzando a preocuparse. – No creo que sea buena idea.

-No, ellos están listos para entrenar con los guerreros de alto nivel, te matarían en segundos- tú entrenarás con ellos – señala al grupo más pequeño y también más joven, no pasarían de los catorce o diecisiete años.

-¿Es una broma? – reclama al verlo caminar - ¡Son niños! – lo toma del brazo antes de llagar y habla en susurros – No pelearé con niños, me niego.

-Esos niños llevan entrenando por tres meses, - le responde de la misma forma, en voz baja - son más letales de lo que piensas, además tu no has recibido entrenamiento alguno, aquí es donde debes comenzar, si lo haces bien dejarás el grupo en un par de meses y trabajarás con los lobeznos.

- ¿Qué?

-Estos jóvenes aun no reciben a su lobo, se preparan para hacerlo, la intención de que comiences a entrenar es preparar tu cuerpo para cuando tu loba despierte – quiere decirle que no cree que lo tenga, pero se muerde la lengua, suelta su brazo y continuan caminando – por cierto, los lobos tienen un excelente oído, no necesitas susurrar.

La primera vez que vio a Miles sonreír fue en esa ocasión, parecía muy divertido, descubrió por qué al observar con detenimiento a su alrededor, algunos de los jovenes reían, otros disimulaban hacerlo, los adultos a su cargo disimulaban mejor, ¿todos habían escuchado su conversación?

¡Demonios!

El entrenamiento fue entretenido, trató de hacer que los más jovenes la llamaran por su nombre, pero ellos se negaban, debían guardarle respeto a la compañera de su alfa, también intentó hacer que la llamaran doctora Wayne, no funcionó, al parecer la única forma respetuosa de dirigirse a ella era Luna.

- ¿Cómo supieron que lo era? - pregunta a su compañera de estiramiento, una adorable joven de dieciséis años, de cabello rizado negro y una preciosa piel morena.

-Porque huele a él – la sangre de la mayor sube a sus mejillas – es tenue, pero ahí está, podemos reconocer su aroma es nuestro alfa.

-Así que no es algo que pueda ocultar – lo dice más para ella, que para Raquel.

-Supongo que no, aunque no tuvieras su olor encima, ¿Por qué traería a una humana a la manada, si no es su mate?, está prohibido.

-Dicen que no soy humana – ayuda a la joven a ponerse en pie, Miles anunció que por hoy habían terminado.

-Pues no puedo percibir a tu loba, aunque espero que la obtengas, serías una Luna excelente, me agradas – le sonríe.

-También me agradas Raquel.

-La veré mañana Luna Ayla. – Hace una reverencia con su cabeza, se aleja justo cuando Miles llega a su lado.

-Debemos irnos, almorzarás primero, luego Duncan te buscará para tus sesiones de estudio.

-Quiero ducharme antes, estoy sucia – puede sentir aun como el sudor resbala por su espalda, además tenía los músculos engarrotados por el cansancio.

-Si te das prisa podrás hacerlo, tienes una agenda ocupada estos días – está tan cansada que no desea preguntar a qué se refiere, se queda dormida en el viaje en carro, Miles la despertó al llegar con la delicadeza que solo él podía tener, un portazo.

Baja de la camioneta directo a comer, se sentía famélica, le sirvieron un gran plato de comida, creyó que no lograría terminarlo, pero no tuvo problema.

AylaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora