One Shot's HuaWei

Entre Sombras de Amor

En la Ciudad Fantasma, donde las sombras danzaban al ritmo de la magia y el misterio llenaba el aire, Hua Cheng gobernaba con una elegancia sombría. Pero en su corazón, una tormenta rugía silenciosa.

Wei Ying, el pícaro discípulo de Yunmeng Jiang, y él ahora conocido Patriarca de Yiling, había llegado a la Ciudad Fantasma con una invitación extendida por parte de Lluvia Carmesí, en busca de conocimiento y poder. Su presencia iluminaba las calles oscuras con una energía contagiosa, pero su corazón ya tenía dueño.

Lan Zhan, el tranquilo y sereno maestro de la secta Lan, había cautivado a Wei Ying desde el momento en que sus miradas se encontraron. Había una belleza en la forma en que Lan Zhan hablaba, en la manera en que su presencia calmaba el alma inquieta de Wei Ying.

Hua Cheng observaba desde las sombras, no esperaba que Wei Ying viniera a ciudad fantasma con el segundo maestro Lan, su corazón muerto estaba ardiendo en una mezcla de deseo y desesperación. Amar a Wei Ying era como estar atrapado en un fuego que lo consumía desde adentro, pero no había nada que pudiera hacer para cambiar el destino.

Wei Ying y Lan Zhan estaban comprometidos, sus corazones unidos en una promesa de amor eterno. La relación entre ellos era una danza de complicidad y entendimiento, una sinfonía de almas que se complementaban de una manera que Hua Cheng nunca podría replicar.

Aunque Hua Cheng sabía que no podía cambiar el curso del destino, no podía evitar anhelar el amor de Wei Ying en silencio. Sus miradas se encontraban en la penumbra de la noche, intercambiando secretos no dichos y deseos no cumplidos.

Una noche, en el punto más alto de la Ciudad Fantasma, donde las estrellas parecían estar más cerca que nunca, Hua Cheng se atrevió a expresar sus sentimientos en voz alta, aunque solo fuera para el viento y las sombras como testigos.

"Wei Ying, mi amor por ti es como una llama que nunca se apaga", murmuró Hua Cheng, su voz llevada por el viento. "Pero sé que tu corazón ya tiene dueño, y yo soy solo un espectador en la penumbra".

Wei Ying, ajeno a las palabras de Hua Cheng, estaba abrazado a Lan Zhan en un rincón apartado de la Ciudad. La noche los envolvía en su manto oscuro, pero el brillo en sus ojos iluminaba el mundo a su alrededor.

El corazón de Hua Cheng se llenó de una mezcla de dolor y resignación mientras observaba la escena desde la distancia. Sabía que no podía interferir en la felicidad de Wei Ying, incluso si eso significaba que su propio corazón se rompiera en pedazos.

Y así, en la Ciudad Fantasma, donde las sombras guardaban los secretos más profundos y los corazones latían en silencio, Hua Cheng amaba en la oscuridad, mientras Wei Ying y Lan Zhan brillaban juntos en la luz de su propio amor.

Pero el corazón de Hua Cheng seguía anhelando el amor que sabía que nunca podría tener, y sus noches se llenaron de susurros de un amor no correspondido, mientras las sombras lo acogían como su confidente más fiel.

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La noche en la Ciudad Fantasma se cernía como un manto oscuro sobre las calles empedradas. Hua Cheng, el Señor de la Ciudad, caminaba por los pasillos de su palacio, su corazón latiendo al ritmo del deseo y la desesperación.

Cuando se encontró con Wei Ying en los jardines, la luna derramaba su luz pálida sobre ellos, iluminando el brillo en los ojos de Hua Cheng.

"Wei Ying", murmuró Hua Cheng, su voz cargada de emoción. "No puedo seguir así, viendo tu corazón pertenecer a otro. Mi amor por ti es una llama que no se apaga, que arde en la oscuridad de mi alma".

Wei Ying lo miró con sorpresa y tristeza en sus ojos. Sabía que las palabras de Hua Cheng eran sinceras, y eso solo hacía que el conflicto en su propio corazón fuera más insoportable.