Entre Promesas y Destinos Cruzados

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La bruma se extendía sobre la Ciudad Fantasma, envolviendo sus calles estrechas y callejones oscuros en un velo de misterio y melancolía. En medio de ese paisaje sombrío, dos almas perdidas buscaban consuelo en los brazos de otros, mientras sus corazones ansiaban lo que no podían tener.
Hua Cheng, el Señor de la Ciudad Fantasma, caminaba por los pasillos de su palacio, la cimitarra E-Ming brillaba con una luz sombría en su cintura. Sus ojos, una vez llenos de fuego y determinación, ahora estaban velados por una sombra de tristeza. Había conocido el amor, había sentido su calor en los brazos de Wei Ying, pero el destino cruel los había separado.
Wei Ying, por su parte, vagaba por los jardines de la secta Lan, donde las flores de loto se mecían al ritmo de la suave brisa. Sus ojos estaban fijos en el horizonte, pero su mirada no veía los tranquilos estanques ni los delicados pétalos. Su corazón pertenecía a la Ciudad Fantasma, a Hua Cheng, pero el deber lo mantenía prisionero en la secta Lan.
Ambos estaban atrapados en un  matrimonio con las personas incorrectas, unidos a personas que no podían amar de la manera en que amaban a aquellos a quienes habían perdido.
Hua Cheng se había casado con Xie Lian, el dios marcial que agrado a los dioses, en un intento de encontrar consuelo en otro corazón roto. Había una bondad en Xie Lian que le traía cierta paz, pero no podía evitar comparar cada gesto, cada mirada, con los de Wei Ying. Su corazón ansiaba el amor apasionado y ardiente que solo el pícaro discípulo de Yunmeng podía ofrecerle.
Wei Ying, por otro lado, se había casado con Lan Zhan, el hombre tranquilo y sereno cuyo corazón latía al ritmo calmado de una melódica canción. Lan Zhan lo amaba con una profundidad y una devoción que lo llenaba de gratitud, pero no podía evitar recordar las noches de risas y travesuras que compartía con Hua Cheng. Su corazón se agitaba con la memoria de ese amor prohibido.
El tiempo pasaba en la Ciudad Fantasma y la secta Lan, cada día una repetición monótona de deber y responsabilidad. Wei Ying y Hua Cheng encontraban consuelo en sus matrimonios, pero también sufrían en silencio por lo que habían perdido.
Una noche, bajo el manto de estrellas que iluminaba el cielo, los dos se encontraron en un sueño compartido, un lugar donde podían ser libres de las cadenas de sus vidas cotidianas.
"¡Wei Ying!", llamó Hua Cheng, su voz llena de anhelo. "Te extraño tanto. Mi corazón grita por ti cada día".
Wei Ying lo miró con ojos llenos de lágrimas. "Hua Cheng, mi amor, también te extraño. No puedo soportar la distancia que nos separa".
Se abrazaron en ese sueño compartido, sus almas entrelazándose en un abrazo desesperado. En ese momento, eran libres de amarse sin restricciones, de dejar que sus corazones se fusionaran en el amor que el destino les había negado.
Cuando despertaron, se encontraron en habitaciones separadas, sus mentes llenas de la tristeza de la realidad que los rodeaba. Pero el sueño compartido les dio esperanza, una chispa de luz en la oscuridad.
Con el tiempo, ese sueño se convirtió en su refugio secreto, un lugar donde podían ser libres de las ataduras que los mantenían separados en el mundo real. Se encontraban en ese sueño cada noche, sus almas hambrientas de la cercanía que tanto ansiaban.
Pero el peso de sus vidas cotidianas no disminuía. Xie Lian y Lan Zhan, aunque queridos y respetados, no podían llenar el vacío que Hua Cheng y Wei Ying sentían el uno por el otro.
Un día, en medio de un jardín de lotos en plena floración, Lan Zhan tomó la mano de Wei Ying y lo miró con tristeza en sus ojos. "Wei Ying, sé que tu corazón está dividido. Puedo sentirlo en cada mirada que compartimos, en cada suspiro que das en la noche. No quiero ser una carga para ti".
Las lágrimas llenaron los ojos de Wei Ying mientras asentía con tristeza. "Lan Zhan, tú eres un tesoro en mi vida, un apoyo y un amor que nunca olvidaré. Pero mi corazón pertenece a otro, a alguien que está más allá de mi alcance".
Lan Zhan lo abrazó con ternura, sabiendo que no había más palabras que necesitaran ser dichas. Se despidieron en silencio, sabiendo que aunque el amor que compartían no podría florecer, siempre tendrían un lugar especial en el corazón del otro.
Esa misma noche, Wei Ying se encontró en su sueño compartido con Hua Cheng, su corazón lleno de una tristeza profunda. "Hua Cheng, mi amor, no puedo seguir así. No puedo continuar esta vida de medias verdades y corazones rotos".
Hua Cheng lo miró con comprensión, su corazón tambaleándose ante las palabras de Wei Ying. "Entiendo, mi amor. No quiero verte sufrir. Si este es el camino que debemos tomar, lo enfrentaremos juntos".
Juntos, en ese sueño compartido, tomaron una decisión dolorosa pero liberadora. Decidieron separarse de aquellos a quienes estaban unidos por deber y responsabilidad, en busca de una libertad que solo podían encontrar en la Ciudad Fantasma.
El día de la partida llegó, y los corazones de Wei Ying y Hua Cheng latían con una mezcla de temor y anticipación. Se enfrentaron a sus respectivos cónyuges, explicando con lágrimas en los ojos que no podían seguir en matrimonios que solo traían dolor y tristeza.
Xie Lian y Lan Zhan, aunque heridos, entendieron la decisión de sus seres queridos y les dieron su bendición. Sabían que el amor verdadero no podía ser forzado ni restringido.
Juntos, Wei Ying y Hua Cheng regresaron a la Ciudad
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Espero les guste
Bye bye

One Shot's HuaWeiWhere stories live. Discover now