UNA DE LOS VUESTROS

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{RACHEL}

Eres una asesina.
Estás condenada.
Tienes que aceptar lo que eres.

Mary está frente a mí, cara a cara. No debería alegrarme pero lo hago.
Ahora puedo matarla por mis propias manos, asesinarla lentamente y hacerle sufrir el dolor de mil muertes.
Sonrío maliciosa y me acerco a Mary vacilante.
- Ni un paso más- susurra apuntándome con una ballesta, mi ballesta.
- Es mía- susurro con una voz llena de odio.
- Ven a por ella si te atreves- susurra divertida y empieza a moverse a mi alrededor.
Aprieto los puños y me lanzo contra ella pero esta se mueve más rápido que yo.
- Oh, has perdido muchas facultades desde la última vez que te vi- susurra burlona, jugando con la ballesta.
- Te equivocas- le grito y corro hacia ella.
Mary me apunta con la ballesta pero no me paro.
Estoy a unos centímetros de ella cuando aprieta el gatillo y la flecha sale disparada.
Se clava en mi hombro. Grito de dolor pero no me paro y cuando estoy a punto de quitarle la ballesta otra flecha se clava en la palma de mi mano y esta vez no soporto el dolor.
Me arrodillo en el suelo, llorando de dolor e impotencia, mientras la flecha que me atravesa la palma derecha de punta a punta hace que fluya la sangre y caiga al suelo formando un charco rojo escarlata combinado con la sangre que me cae del hombro.
Mary se sitúa detrás mía y me estira de los pelos, alzándome la cabeza.
- Ahora vas a hacer exactamente todo lo que te diga. No quiero hacerte daño pero no tendré otra alternativa si me veo obligada. No quiero que nos llevemos mal, pronto seremos muy buenas amigas, seremos uña y carne, como hermanas- me susurra y me levanta del suelo estirándome de los pelos.
- En tus sueños...- logro susurrarle entre la agonía que siento.
- Camina- me empuja por la espalda y me veo obligada a caminar hacia donde ella me indica.
Mary está detrás mía, apuntándome con la ballesta. Un movimiento rápido y podría esquivarla, hacer que ella esté en mi posición y sea yo la que la amenace pero con todo el dolor que siento poco puedo hacer.
Pero no puedo darme por vencida, tengo que intentarlo.
Quiero matarla. Vengar a mi hermana.

Recorremos unos pasillos y el dolor cada vez es mayor, se hace más insoportable.
Cuando creo que es el momento oportuno, me agacho rápidamente, volviéndome hacia Mary y la empujo rodeándola con los brazos y haciéndola retroceder.
Logro caerla pero me da un codazo en la cabeza cuando estoy a punto de alcanzar la ballesta, lo que me deja mareada e inconsciente por un instante, momento que aprovecha Mary para recuperar mi ballesta.
Antes de que logre levantarme, Mary pone un pie sobre mi espalda y me aprisiona contra el suelo.
- Mira que eres estúpida- suspira Mary-. ¿Te creías mejor que yo? Yo también he estado entrenándome y a ti te queda mucho por aprender... No me has dejado elección, hermanita...
Cierro los ojos y me preparo para lo que vaya a hacerme, ya no me quedan fuerzas y el dolor que me recorre por la palma de la mano y el hombro es cada vez mayor, la muerte no será una tortura tan grande como esta vida.
Miro de reojo.
Mary alza la ballesta y la dirige hacia mi cabeza.
Cierro los ojos y antes de caer en un oscuro negro, siento un dolor insoportable en la nuca.

Veo la luz. Una luz blanca cegadora.
Tengo que alcanzarla.
La persigo y cada vez estoy más cerca.
Por fin voy a estar en un lugar mejor.

Cuando abro los ojos estoy en una sala de paredes blancas, muy iluminada.
¿Es el cielo?
No, es el infierno.
Estoy atada a una silla, en medio de la sala, atada a pies y manos.
Intento liberarme pero las cadenas están bien sujetas.
Al rato desisto de escapar y espero, espero a pasar la eternidad aquí sentada, aprisionada.
Este es mi destino.
Este es mi infierno por ser lo que soy, una asesina.

- Veo que ya estás despierta...- susurra una voz, la voz de Mary.
Ahora, para colmo, tengo que aguantar también a Mary en el infierno.
Busco a Mary con la mirada pero no la encuentro.
Encima de todo, es invisible.
- ¿Cómo te encuentras?- me pregunta la misma voz odiosa.
- Tú no estás aquí, no estás aquí...- susurro para mí y me concentro en no pensar en Mary, puede que así salga de mi pesadilla infernal.
- Oh, sí que estoy aquí. Hay un altavoz y una cámara por si no te has dado cuenta. Puedo ver y oír todo lo que hagas y digas.
Miro hacia la esquina de mi derecha y en efecto allí hay un altavoz y una cámara de vigilancia.
Y entonces me doy cuenta de que no estoy muerta, sigo viva, y sigo en La Llama.
Pero ya no me duele nada.
Me miro la mano derecha y me doy cuenta de que en vez de una flecha atravesando la palma, tengo una venda alrededor de la mano.
Y tampoco tengo la flecha del hombro. Me han curado.
Me quieren viva.
- ¿Qué queréis de mí?- pregunto con la vista clavada en la cámara del techo.
- Ya te lo he dicho. Solo quiero que seamos amigas...- susurra Mary.
- ¿En serio crees que voy a ser la amiga de la asesina de mi hermana?- le digo con odio y asco.
- No tenemos que ser amigas, con que seas una de los nuestros basta.
- ¿Una de ustedes?- me río-. ¿Para qué? ¿Matar a gente inocente? No soy una asesina- le digo aunque miento, soy una asesina, maté a todas las personas inocentes de La Llama y maté a dos chicos que violaron a mi hermana. Y lo peor de todo es que me gustó, me sentí aliviada y me quedé con ganas de más.
- Oh, sí que lo eres- se ríe la voz de Mary-. Sabemos que fuiste tú la que asesinó a todos los inocentes de La Llama.
- ¿Y por qué no me matas de una vez y acabamos con esto?
- Te lo repito de nuevo, no queremos tu muerte.
- ¡¿Y entonces para qué coño me queréis?!-grito revolviéndome en la incómoda silla.
- Venganza.
- ¿Venganza? ¡Eso es lo que yo quiero! ¡Pero contigo!- grito intentando liberarme en vano.
A cada minuto que pasa, siento una ira cada vez mayor dentro de mí, a punto de estallar.
- Tú nos podrías ser muy útil. Pero si no quieres ayudar, nos veremos obligados a matarte- sentencia Mary.
- Pues ven y acaba con esto de una vez por todas. Prefiero morir a ser como tú- grito al espacio vacío de la sala.
- Ya veremos si piensas así cuando te estés muriendo...
- ¡Tú si que vas a morir, puta! ¡Vendrán a por mí! ¡Me rescatarán y acabarán contigo!-grito.
- No creo que lo hagan. No vendrían a por una asesina. Porque eso es lo que eres. Eres una asesina. Estás condenada. Tienes que aceptar lo que eres.
- ¡Seré una asesina pero no soy como tú!
- Crees que no eres como yo pero lo eres, aún no lo sabes pero lo descubrirás, estoy muy segura.
Me quedo callada, asimilando las palabras de Mary.
Aunque no quiera reconocerlo, soy una asesina, no puedo engañarme a mí misma.
Quiero pensar que no soy como Mary pero la verdad es que somos muy parecidas. Todo lo que creía que era antes se desvaneció cuando descubrí su verdadero ser y darme cuenta de que la nueva Mary no era tan distinta a mí me aterró bastante.
Pero no caeré en su trampa. No le daré lo que quiere.
- ¿Y bien?- pregunta Mary.
- ¿Y bien qué?
- ¿Vas a ser una de los nuestros?
- En la vida.
- Solo tienes que decir una frase: "Quiero ser una de los vuestros", es así de simple. Eso puede salvarte tu triste y patética vida.
- ¡He dicho que no! ¡Nunca! ¡Nunca jamás!- grito llena de rabia.
- Tú lo has querido... Que te diviertas muriéndote de hambre y sed. Si decides ser una de nosotros, solo tienes que decirlo y te salvaremos la vida.
- ¡En tus sueños!- grito pero no me responde, ya ha cortado la comunicación.
Ahora comienza mi muerte.
Y la afrontaré con mucho gusto.
He llegado a la conclusión de que cualquier vida es mejor que esta así que prefiero estar muerta, aunque me hubiera gustado matar a Mary, vengar a mi hermana pero no tengo escapatorias.
Aunque lograra liberarme de las cadenas, no creo que consiga abrir la puerta metálica.
Solo me queda morir o esperar a que me rescaten pero como ha dicho Mary, ¿por qué me van a rescatar si ya todos saben que yo maté a esos dos chicos, que soy una asesina?
No se arriesgarían, no se molestarían.
Así que no albergo esperanzas y espero ansiosa mi muerte.

Pasan días, eternos, sin escuchar la voz de nadie, sentada en la misma silla clavada en el suelo.
No puedo moverme, me ahogo. Ahora sé que siente Jack cuando tiene un ataque de asma.
En este tiempo infinito, no sé cuantos días ni horas habrán pasado, me ha dado mucho tiempo de pensar, es lo único que puedo hacer en esta sala vacía e iluminada con una luz blanca cegadora.
Pensar.
He pensado en Jack. No quiero odiarlo pero no puedo evitarlo.
Aunque fue Mary la que mató a mi hermana, fue Jack quien eligió y eligió a Maya.
Si se hubiera puesto enfrente de Roxanne ella estaría viva.
Desde que empezó todo este apocalipsis, Jack no ha hecho otra cosa que darme problemas, negarme las relaciones que he tenido, privarme de muchas cosas.
Entiendo que sea muy sobreprotector pero yo sé cuidarme solita aunque él nunca lo ha entendido.

El hambre y la sed me devoran. Al principio podía soportarlo pero cada vez es peor.
Se está volviendo insoportable, me estoy muriendo.
Tengo la boca seca, no hago más que pensar en agua y comida, rica comida.
Así que esto es la verdadera muerte, una muerte natural.
Duele más que morir asesinada.
Si tuviera las manos o piernas desatadas ya estaría muerta, me hubiera matado a golpes.
No soporto este sufrimiento.
Solo veo blanco, todo blanco.
La locura me ciega.
No pienso con claridad.
Me muero.

Pero no llega, nunca llega el momento.
Cierro la boca e intento no respirar para morir más rápido, morir ahogada.
Pero no puedo. Cuando estoy a punto de perder el conocimiento, respiro instintivamente, involuntariamente.
Grito agónicamente.
Me acerco a la muerte pero nunca llego. Cuando creo que voy a morir, mi sufrimiento se alarga.
Y cada vez duele más.
Tiene que haber alguna forma...
Alguna forma de morir o parar este sufrimiento.
Y la hay.
No quería llegar a esto.
Pero no puedo seguir con este sufrimiento.
- ¡Nunca!- grito y muevo mi cabeza violentamente, como una loca.
Una parte de mí quiere seguir sufriendo hasta morir y así no darle a Mary lo que quiere pero otra parte quiere vivir para dejar de sufrir, pese a todo lo que eso conlleva.
- Yo... yo...- susurro pero niego con la cabeza balanceándome de un lado a otro, cada vez más loca e histérica.
- ¿Sí?- se oye una voz, creo que la de Mary, no puedo distinguirla con claridad.
- Agua...- susurro con voz muy ronca y rota.
- Lo primero es lo primero. ¿Quieres decir algo?
- Agua...- susurro un poco más fuerte, todo lo que me permite mi voz.
- No hasta que aceptes lo que eres y te unas a nosotros.
- Agua... por favor...
No puedo llorar, no tengo líquido suficiente en el cuerpo para que me salgan lágrimas.
- Qué bien sentaría ahora un buen vaso de agua y una buena comida recién hecha y caliente, ¿verdad? Mmm...- susurra la voz divertida de Mary.
- Por... favor...- suplico, no sé como he llegado a este punto pero ya no hay vuelta atrás.
Ya me he rendido, ya me he rendido ante ella y he aceptado lo que soy y para lo que estoy hecha, para asesinar, para ser una de los suyos.
- Yo...
- ¿Sí?
- Yo... Quiero ser una de los vuestros...

Apocalipsis Zeta - Parte 3: Venganza...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora