Abriendo, cerrando

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Tantas veces deje caer a alguien por este abismo,

que pensé que ya no me costaría.

Pero aunque tenga mis manos congeladas, tu carita me lo impide.

Esa carita que alguna vez me miró con lujuria.

Martin recibió una llamada de un amigo algo distante pero constante y dejó su sueño solitario allí. Sabía que de todas formas no le iba a gustar lo que seguía. 

“Están hablando de tu pueblo en el noticiero. ¿Es tu pueblo, no?”

Prendió la tele y lo sorprendió la imagen censurada de un cuerpo despedazado. Según el presentador, en pequeños cuadrados de tamaños iguales. Sin pudor levantó uno a la cámara y parecía reírse de lo imposible de la situación. ¿La carne había sido congelada?

No tuvo tiempo a seguir opinando, ya que cambiaron de tema demasiado rápido. La víctima no había sido identificada, y todo quedó ahí. 

–¿Será alguien que conozcas? ¿Cuantos son en tu pueblo?

– Muy pocos.

Martin cortó la llamada, y se acostó a imaginar lo peor un rato antes de mandarle mensajes a la gente importante de su vida con la que compartía la desgracia de vivir en el mismo pueblo.

Al siguiente día, solo una persona no había respondido o preguntado por él.

Pero antes de que pasara el resto del día, decidió salir a pasear por el centro con la esperanza de cruzarse con alguien que conociera. Ese día había decidido que se sentía lo bastante enfocado y tranquilo como para no ver laberintos en el horizonte. La gente que veía en la plaza o caminando parecían más asustados y más chismosos de lo normal y los susurros se mezclaban con los ruidos usuales del centro. Le parecio escuchar un nombre, pero despues escucho otros, y poco a poco estaba enterado de las 20 versiones que ya se habian formado al rededor del asesinato, ninguna relacionada a el. Suspiro aliviado pero algo en su mente le decía que la puerta al laberinto que veía a sus pies significaba que no iba a ser tan fácil para él. Empezó a levantar la puerta, la gente a su alrededor ignorándolo mientras seguían con sus cosas y él se adelantaba a como iba a bajar al pozo oscuro.

Lo paró la presencia repentina de una cara conocida.

-¿Martin? ¿Qué onda qué haces?

Lautaro, el mismo que lo había llamado para informarle de la muerte esa mañana, lo había sacado del laberinto y lo había vuelto a sentar en el pasto de la plaza sin ni siquiera darse cuenta. En silencio, se lo agradeció.

-Sentado, en la plaza. ¿Qué haces acá?

Le explico que cuando lo llamó ya se estaba preparando para tomar el tren. Le mostro un video de la ventana del vagón antes de borrarlo para hacer espacio. 

-Este es el caso que necesito resolver para llegar al millón en LGGaming. Voy a hacer un vlog resolviendo el caso. Lo imposible vende.

Lautaro siempre había tenido la fantasía de ser un youtuber famoso. Actualmente tenia 500 suscriptores hace cinco meses y no parecía salir de ese número.

-¿Te puedo grabar un poco?

La pregunta sacudió un poco a Martin pero a fin de cuentas quería ayudar a su amigo en lo que pudiera. Intentó arreglarse un poco, se alejó un poco y dijo que sí. Enseguida Lautaro ya tenía su celular en un selfie-stick casero haciendo su introducción.

“Holaaaa buenas tardes a todos y bienvenidos a otro video de LGGaming, aunque en esta ocasión no es gaming lo que les traigo, si no un caso en un pueblo cercano a mi que me llegó esta mañana y del cual planeo traerles toda la información posible. Esta madrugada se encontró aquí en la localidad de Villa Cantero un cuerpo, asi es, un cuerpo sin identificar cortado en pedazos idénticos. Estoy aqui-” Parecía haberlo practicado todo, en un español un poco neutro “Con mi amigo Martin, Martin, ¿que dice la gente del pueblo al respecto?”

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