Membrillo

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–Tuyo. –En realidad, Thiago no había dicho nada, pero Martin sintió que sí.

Quizás había sido la confianza con la que le había pasado el mate. Nunca tomaba, lo odiaba, pero con Thiago no se había animado a decirle que no, y le terminó, eventualmente, adquiriendo el gusto. Lo agarró de ambas orejas con sus dos índices y tímidamente sorbió mientras escuchaba a Thiago hablar sobre la sesión.

–Creo que lo importante de hoy fue… Tu enamorada se llama Adela, y vive en un hotel. Martin… –Lo miró con cierta ternura– La gente no vive en los hoteles. Aunque claro, fue un sueño…

Miro hacia un costado un poco avergonzado.

–Si si, ya se… –Mintió.– ¿Crees que las preguntas están ayudando?

–Yo creo que sí. Y al jefe le interesa la posibilidad de usarlas con otros clientes… Tu sueño es tan raro que estas inventando herramientas nuevas. Felicitaciones.

El mate siguió circulando. Thiago, Martin, el viejo Rodriguez, Thiago, y así un par de veces más mientras discutían lo que significa el sueño, cada vez más claro. 

–[Traducción: ¿Y qué onda con los laberintos?] –Hablaba con la boca llena.

Levantó los hombros,

“NS/NC”,

–Bueno, por ahora, concentrémonos en tu sueño. Lo más probable es que estén conectados, ¿No?

Asintió,

“Afirmativo”,

– Espero que…  –¿Que termine pronto? ¿Que nunca termine?– Todo salga bien.

–Bueno, me tengo que ir. –Antes de irse, agarró otra masita y se la llevó a la boca. – [Traducción: Nos vemos el miércoles.]

Apenas se quedó solo en su casa, suspiro tanto que por un momento sintió que dejaba de respirar mientras se relajaba sobre su silla y se caía al piso.

Por lo general, Thiago podía resolver un caso como este en un par de días. Pero claro, Martin era un cliente complicado. Sumado a que por lo general dormir juntos dos días seguidos no ayudaba mucho, ya se conocían hace más de dos semanas. Se paró sobre los pedales para ir más rápido, y para disimular un poco que había salido de casa sin calzones y en pantalones cortos el día anterior. A unas diez cuadras estaba la casa del jefe, con suerte él iba a poder prestarle un par, o devolverle alguno de los que se habría olvidado algún día ahí.

Antes de entrar, dejó su bicicleta tirada sobre el pasto y se agacho para apoyar la oreja cuidadosamente sobre la puerta. Escucho palabras que no entendía, pero sí entendía que no era ningún ritual muy importante. Saco la llave que le había robado de la mochila y abrió la puerta de par en par.

Gritó alguna variante de “Buenos días”, entró su bicicleta, y recorrió la casa buscando al dueño. Lo encontró sin remera, sentado en medio de un círculo que todavía no había aprendido, y se sentó a esperar a que terminara.

Se durmió esperando, y pudo ver que Martin salía a comprar más masitas a la panadería. Intento mandarle, telepática o mágicamente, un mensaje. “Me gustan las que tienen membrillo”.

Martin sintió algo. Algo… Rojo y brillante. ¿Sangre o membrillo? Estaba yendo a la panadería, así que… Si Dios le estaba mandando un mensaje, lo más probable es que sea sobre comida y no sobre muerte. Dos cuadras hacia aquel lado, después doblar hacia la… Derecha, si. Su destino estaba lo suficientemente lejos como para llevar sus esenciales. Navaja, linterna, alambre de púas. 

Dando un par de pasos más, siguiendo subconscientemente a un chico lindo, se encontró perdido en un laberinto, con las piernas sangrando. No las veía, pero sentía como le ardían y como empeoraba con cada paso por el pasto alto que le llegaba hasta la raya de sus shorts, demasiado cortos. Veía al chico lindo por la “ventana” (Un agujero en la pared de ladrillo) de una estructura distante, sobre una colina. Ya la había visto alguna vez en un sueño. Camino hacia ella, esperando encontrar la salida, y si era posible, a un chico lindo que le de bola. Aunque, al estar tan enamorado de Thiago, quizás se le iba a hacer complicado tener una cita romántica y honesta en el laberinto de ladrillos. Cuando volvió a ver hacia arriba, la ventana estaba vacía. Trepó por ella, y al caer, piso una cabeza que se hundió bajo su peso. “Ay”, o algo así. Le sonó familiar, pero ahora necesitaba prestar atención a los doscientas treinta y siete posibles caminos.

LaberintototoWhere stories live. Discover now