1- Volviendo a casa

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Sosteniendo la manija de su maleta de mano en su derecha y una pequeña mano en su izquierda, Pete avanzo por el extenso aeropuerto. Había tenido que regresar, cosa que realmente no quería, pero su padre había estado enfermo y, siendo hijo único era hora de hacerse cargo del negocio familiar. Él había buscado por años excusas para no aparecerse, feliz de que sus padres tuvieran muchas ocupaciones como para notarlo ¿Qué problema causaría un omega de veintiocho años? Con lo que cometió al inicio de sus veinte debía alcanzarle.


-papi ¿Los niños son buenos acá?

-supongo, no sé cuánto nos quedaremos amor, pero me asegurare de encontrarte un buen lugar para estudiar, uno lleno de chicos buenos.


Había estado las últimas semanas pensando en ello. Volver a su ciudad, a la ciudad donde ambos estuvieron era un riesgo, pero a esta altura él ni debía estar cerca. Recordó las palabras de su amigo, la única fuente de confianza que lo había mantenido al tanto de todo, este le había dicho que se había prácticamente mudado a Bangkok. Por eso agradeció que su familia viviera en Chiang Mai, era más tranquilo más calmo, mas... seguro.


Ajusto sus lentes de sol, su traje en tonos celestes lucia su cuerpo perfectamente, mas con la camisa blanca acortada para lucir su cintura. Sabía que llamaba la atención, desde joven lo había hecho, pero no estaba buscando atención ahora, todo lo que quería era pasar desapercibido.


-papi ¿Abu querrá verme?- dijo con un pequeño puchero.


El pelinegro se detuvo al oírlo, se giró haciendo que el pequeño lo viese y se inclinó para quedar a su altura. Cada año se parecía más a su padre, con aquel cabello castaño oscuro algo ondulado y ojos rasgados, sus pómulos, sus muecas, incluso su facilidad con el idioma se lo recordaba. Su pequeño era una copia del hombre que le rompió el corazón tiempo atrás y aunque lo amase con todo su ser, era difícil verlo a veces. Recordó el momento que supo del embarazo, como le costó atravesar todo eso, pero por suerte tomo la decisión correcta.


- Veni, tu abu es un hombre ocupado, no siempre... puede verte, pero él te quiere- sabía que a pesar de su fría personalidad en verdad lo quería, a ambos, solo le costaba hacerlo ver. Su forma normal de mostrarlo era enviar regalos, Venecia tenía decenas de esos- ahora... vamos a ir a verlo, pero él está algo enfermo, así que tendrás que ser... muy tranquilo ¿De acuerdo?

-de acuerdo- el pequeño le sonrió y por un momento Pete volvió a recordar al castaño, ese al que le dio su primera vez, ese... que se llevó su fe en el amor y le dejo lo más valioso del mundo; su pequeño- ¿Papi?

-¿Si amor?

-ese señor nos está mirando- el pelinegro se giró al momento, sus ojos chocaron con unos muy conocidos, se congelo al instante.

-¿Pete?- acercándose a él Macao le sonrió- por dios ¡Sos vos!- parecía feliz- paso tanto tiempo desde que nos vimos por última vez ¿Dónde estuviste?

-yo solo...- se levantó lentamente poniendo al menor detrás, si lo veía estaba perdido- viajé.

-eso explica mucho- hizo una mueca antes de volver a sonreír – mi hermano te busco por mucho tiempo, le dije que no debías estar acá, era raro que no pudiera encontrarte ¿Dónde...?

-¿Papi?- el pequeño toco su pierna, Pete supo que se estaba asomando aun sin verlo- ¿Quién es el señor?

-¿Papi?- Macao vio al menor, su mirada paso de curiosidad a sorpresa y pronto estaba boquiabierto -él... él se ve como... como...

Tupananchiskama (Vegaspete)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon