—¿Si acepto dejarás de insistir tanto? Será la última vez que acepte algo de ti.

—Está bien mi amor. —Respondió con rapidez un poco tartamudo— Lo entiendo, gracias por aceptar. No sabes lo feliz que estoy.

A pesar de que estábamos comunicándonos a través del teléfono escuché la nerviosa risa de papá. Por unos cortos segundos recordé su sonrisa. No recordaba cuando me dedicó una. Recordé las noches en las que con curiosidad echaba un vistazo por la puerta de su oficina cuando tenía algún tipo de junta con sus compañeros. El reía de los estúpidos chistes que ellos contaban.

—Pasaré por ti a recogerte.

—No hace falta, solo dime el lugar y la hora.

—Está bien.. Uhm. Te enviaré la localización por texto, a las 7:30, ¿Te parece bien?

—De acuerdo. Hasta luego.

Escuché una inhalación en referencia a de que iba decir algo más, pero me apresuré y colgué soltando un largo suspiro. Una parte de mi cabeza me decía que había hecho lo correcto pero la otra me decía lo contrario. Estaba clara del daño que me había hecho mi padre pero perdonarlo se me había vuelto algo imposible algo que no podía hacer. Llegue a la conclusión de que tal vez una oportunidad saldría bien pero era demasiado tarde.

Cuando regrese al comedor no había ningún rastro de Ian. Se había marchado. Me quedé unos segundos en un trance, hipnotizada por los platos abandonados sobre la mesa. Sentía que un gran peso reposaba sobre mis hombros, aplastando mi espíritu.

Mis pasos eran lentos y pesados mientras me acercaba a la desordenada mesa. La decepción me invadió al ver que Ian se había marchado sin siquiera limpiar su plato. El tiempo había volado sin que yo me diera cuenta, y de pronto me di cuenta de que debía salir del departamento pronto para encontrarme con papá en el lugar que me había indicado. Mis ojos se fijaron en nuestra última conversación, y allí estaba, la localización en el mensaje. Un restaurante cercano, justo aquí.

Con una creciente ansiedad acumulándose en mi interior, me levanté del sofá y me dirigí hacia mi armario. Decidí optar por algo sencillo, recordando que a papá nunca le importaba lo que llevaba puesto. Podía comprarme los vestidos más hermosos, pero él nunca los notaba.

Perdí la cuenta de cuántos mensajes le había enviado a Ian, rogándole que me respondiera. Odiaba cuando hacía esto, ignorar mis llamadas y mensajes.

Frente al restaurante, cerré los ojos y tomé una bocanada de aire para calmar mis nervios. Mis manos temblaban mientras entraba, y me encontré en un lugar acogedor y lujoso. Quedé sorprendida cuando uno de los empleados se acercó y me preguntó mi nombre. Al dárselo y confirmar quién era, me indicó que lo siguiera. El ambiente estaba decorado en tonos marrones y vinos, con cálidas luces que iluminaban el techo. Dejé de prestar atención a la decoración cuando mis ojos se posaron en mi padre sentado en una mesa redonda al final del lugar.

Nuestros ojos se encontraron y pude percibir su nerviosismo. Al llegar a la mesa, mi padre se levantó rápidamente. Sus labios se entreabrieron no sabiendo que decir y con torpeza abrió sus brazos para extenderme un abrazo pero al notar mi semblante de poca confianza cerró sus brazos con rapidez y sonrió avergonzado.

—Pensé que no vendrías.

—Cumplo con lo que digo. —Respondí indirectamente.

—Claro.. —El desvió su mirada rondándola a otro lugar y después de unos cortos segundos cayó en tiempo— Por favor, siéntate. 

Tomé asiento en silencio mientras observaba cómo él hacía lo mismo. Vestía un costoso traje y lucía un recorte undercut. Me sorprendió un poco al notar los lentes que llevaba puestos.

papá ausente -jjk Where stories live. Discover now