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Izuku: el Campeón Clandestino (parte 1)

Desde que aparecieron los superpoderes naturales de nacimiento, la sociedad se ha olvidado de las capacidades que posee el cuerpo humano si se entrena bien. Todos los esfuerzos que antaño se empleaban para aprender artes marciales y volverse luchadores, se invierten en el entrenamiento en varias ocasiones únicamente del quirk con el que se nace, y así creen que pueden luchar por las vidas de los civiles como héroes. Sinceramente, yo propiamente le confiaba más mi vida a un verdadero maestro de artes marciales que al héroe número uno con su tan poderoso quirk. Pero bueno, eso queda a opinión del que tiene la palabra.

No me he presentado. Mi nombre es Izuku Hanma. Para la mayoría eso es un nombre común, pero quienes verdaderamente saben comprenden mejor las consecuencias de portar dicho apellido. La genética Hanma lleva, que yo sepa, al menos tres generaciones (contándome) portando propiedades especiales que la vuelven superior al resto de genes humanos, independientemente del quirk que tengan. Pero para ello se debe de explotar todo el potencial del cuerpo y la mente, y por eso mi padre me introdujo en el mundo de las peleas clandestinas, aunque no de la mejor manera, pero esa es una larga historia.

Ahora soy el campeón de la arena clandestina de Tokio, y he mantenido mi título desde hace más de un año para estas alturas. En este año como campeón he enfrentado una multitud de oponentes peligrosos, pero he prevalecido ante todos. Que si me enfrento a mi hermano perdido, que si me envenena un condenado a muerte, que si peleo un torneo de artes marciales chinas envenenado, que si me enfrento al hijo de una leyenda del boxeo, que si despiertan a un hombre prehistórico congelado con una anatomía monstruosa, que si reviven con genética amoral a un legendario samurái, que si se me viene la encarnación del sumo antiguo encima... pero todo eso sólo son escalones para poder superar a mi padre. La criatura más fuerte del mundo, por encima de todo héroe, villano, animal o ser vivo en general.

Hoy no tengo ningún combate programado, pero igual estoy en la arena viendo el combate de mi hermano de otra madre contra un espadachín que resulta ser un asesino serial. El viejo Tokugawa siempre se lleva a sí mismo al límite organizando sus combates, porque la última vez que organizó un torneo con condenados a muerte casi lo pilla la ley y tuvo que montarlas fuera de la arena. Y sí, mi hermano Jack lo derrotó al instante (porque se rindió en el momento en el que atrapó su katana con sus dientes de titanio), pero el hecho de haber traído a un asesino serial así como así, esta vez sería diferente de las usuales.

"¡Alto todo el mundo! ¡Quedan todos arrestados en nombre de la ley!"

Esas palabras estaban vetadas de aquí, pues se habían usado en anteriores ocasiones como broma para sembrar el pánico, pero esta vez vinieron de un verdadero agente de la ley, acompañado de un montón de héroes profesionales que entraron conteniendo a todos los espectadores que trataron de escapar. A mí y al viejo nos rodearon varios héroes y policías buscando que nos rindiésemos, pero ni yo ni el viejo teníamos pensado algo así.

Tokugawa: ahora, ¿por qué no nos calmamos todos? Seguro que hay otras maneras de solucionar esto.

Héroe random: no vas a escapar con trucos, viejo. Todos ustedes van a ir a prisión por organización ilegal de combates con quirk.

Izuku: ¿quirk? ¿Qué es eso? ¿Se come?

Lo pregunté de forma irónica. Claro que sé lo que es un quirk. El chiste recae en que todos los combates en la arena clandestina se realizan sin quirk, ya sea porque los luchadores más hábiles son los que no tienen uno o porque directamente eligen no usarlo, hasta el punto en el que está prohibido usar quirks o armas salvo en ocasiones especiales. Los héroes no pillaron el chiste, porque me apuntaron con sus quirks con más ímpetu. Je, que graciosos...