Capitulo 1

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En tierras francesas, vivía una dulce jovencita, ingenua e inocente, su nombre era Anastasia, provenía de una familia bien acomodada, era la más inteligente de la ciudad, y en un futuro, estudiaría en una de las universidades británicas

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En tierras francesas, vivía una dulce jovencita, ingenua e inocente, su nombre era Anastasia, provenía de una familia bien acomodada, era la más inteligente de la ciudad, y en un futuro, estudiaría en una de las universidades británicas. Amaba su vida, a la edad de catorce años, era toda una matemática, sabía bastante geografía, por ende, idiomas.

Aprendió a leer y escribir a los cinco años, y a los doce comprendía la filosofía, artesanía y la matemática. Bastantes veces la tacharon de bruja, pero su familia siempre la salvó, aludiendo a su inmensa inteligencia, manejaba también la medicina.

En pocas palabras, poseía la inteligencia que casi nadie podía obtener, sin embargo, era ingenua y de corazón débil.

Su vida era prácticamente perfecta, era tan famosa, que sin ser de la nobleza fue retratada en una pintura, su rostro a gran detalle, y en sus manos, sostenía un gran libro, que se interpretaba como su sabiduría.

Remontando a un lugar lejano, el Imperio Otomano estaba en manos del cruel y sanguinario Sultan Murad, Murad IV. En términos familiares, su relación con su propia madre era de enemigos, más el hijo, que lleno de rencor, evitaba que su madre tuviera que ver con alguna situación política.

Valide Kösem Sultan, la mujer más poderosa en la historia del Imperio Otomano, la caritativa, aquella llena de riqueza. Enfrentaba un difícil momento con su hijo Murad, ¿quien se quedaría en el poder? Nadie lo sabía.

En un intento de mantener algo de influencia en el Sultan, decidió buscar a una joven hermosa que fuera capaz de hipnotizar al Sultan, al ver uno de los retratos de Anastasia Thomas, ordenó que fuera traída hasta el Palacio.

La tristeza había inundado el corazón de Anastasia al salir arrebatada de su hogar en Francia, y traída a un lugar que solamente leía en libros de Historia.

En los libros de Historia, relataban que las mujeres que eran traídas desde los barcos tartaros serían llevadas al famoso Mercado de Esclavos. Mujeres, hombres, niñas y niños, y ninguno era libre.

A diferencia de Anastasia, que por ser tan famosa en el continente Europeo, era protegida por los nobles originarios de los Imperios.

Uno de los tartaros, la llevó hasta la entrada al Palacio Imperial, dónde la esperaba el confidente de la Valide Sultan.

─Bienvenida, Anastasia Thomas.─el la saludó

─¿Quien eres? ─ella preguntó, mirándolo con curiosidad

─Soy Hacı Agha.─se presentó, luego le dijo.─La llevaré a los aposentos de la Sultana madre Kösem.

─¿La Sultana Kösem? ─repitió, sorprendida

─Así es.─asintio afirmativamente

Con algo de miedo, Anastasia decidió dejar que el Agha la guiara hasta la habitación de la mujer más poderosa de aquel Imperio.

En los aposentos de la Valide Sultan, conversaba de manera amena con su hija menor, Atike Sultan. Sobre el bienestar de los príncipes, y en especial del mellizo de la princesa, Şehzade Ibrahim, que con 21 años, su vida peligraba en manos de su propio hermano, el Sultan Murad.

─Primero fue Bayaceto, después Süleyman, ¿quien sigue, madre? ¿Kasım o Ibrahim? ─Atike era la más preocupada por la precaria situación del Sultan

─Los seguiré protegiendo, como lo he hecho hasta hoy. Murad es capaz de cualquier cosa, la serpiente persa le aconseja todo, no lo permitiré más, por eso una mujer con la suficiente valentía debe entrar en el corazón del Sultan.

─Sabes cómo es Farya, no deja que nadie, además de ella, entre en los aposentos del Sultan.

─Por tal razón estorba, Atike. Su altanería acabará muy pronto, ya lo verás.─aseguró Kösem, con algo de malicia en su tono

Elanur Hanım, ella era la hija Hanzade Sultan, conocida por su inocencia y obediencia. También por los rumores de amar a su primo, el Şehzade Kasım.

Pero era una relación claramente prohibida, no solo ante su madre y demás parientes, sino ante Allah. El incesto, un pecado más que común en la era del Sultan Süleyman I "El Magnífico", el Şehzade Bayezid amaba profundamente a la hija de su tía Hatice Sultan, Huricihan Hanım. Era casi lo mismo, excepto que el Şehzade Kasım solía ser menos impulsivo, y más pensante, gracias a su madre.

─Nadie puede vernos, ni saber lo nuestro.─Elanur habló, apenas se separó del beso de su primo

─Ya lo sé.─Kasım colocó sus manos en la cintura de su prima y volvió a besarla, con intensidad

Elanur con apenas trece años, y Kasım con más de veintidós años, gran diferencia. Por eso su relación era prohibida, Hanzade adoraba con todo su corazón a su niña, su única hija.

El mejor escondite de ambos, siempre había sido una habitación abandonada de lo profundo del Palacio.

Ahora, Kasım quería llegar más lejos, desvistiendo lentamente a su prima, le quitó la discreta tiara sobre su cabeza, y luego la distraía con besos en su cuello, desabotonando su vestido, dejándolo caer al suelo. Mostrando un camisón dorado, mostraba parte de sus senos, pequeños y redondos.

─Cuando sea Sultan... te convertiré en mi esposa, la madre de mis hijos.─Kasım le susurró, mientras la alzaba contra la pared

─¿Cuando será eso? ─Elanur lo miró, su respiración agitada, anhelando el toque de su primo

─Muy pronto...─contestó, seguro de sus palabras

─Ojalá eso suceda.─la menor jadeó ante los movimientos repentinos del mayor, su miembro enterrandose en su cavidad

En otro lugar, la Haseki Farya cargaba a una de sus hijas gemelas. Por primera ves en la historia Otomana, una mujer daba a luz a gemelas. Cuyos nombres son: Hafsa y Rabia, dos bellas Sultanas de nacimiento.

─Ojalá su majestad venga pronto, lo estoy esperando para nuestra cena juntos, la que el me prometió.─Farya dijo, con gran ilusión en su voz. Dirigió su mirada a Rabia que estaba entre sus brazos y le murmuró.─Tu padre vendrá muy pronto, ya lo verán, tú y tu hermana Hafsa.

─Vendrá pronto, Sultana. Todo está preparado.─Madam Nunu le aseguró

─Lo sé, Murad nunca me ha fallado, y no lo hará ahora que yo y sus hijas lo esperan con ansias.

Pasaron minutos, después horas, y el Sultan Murad nunca llegó. Cómo medida de precaución, Nunu sacó a las gemelas de los aposentos, protegiéndolas del ataque de ira que le había dado a la Haseki. Los bellos aposentos adornados con oro y plata, habían sido destrozados por una mujer triste.

 Los bellos aposentos adornados con oro y plata, habían sido destrozados por una mujer triste

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Publicado: Martes, 10 de Octubre, año 2023.

𝐋𝐚 𝐂𝐨𝐧𝐜𝐮𝐛𝐢𝐧𝐞 𝐝𝐮 𝐒𝐮𝐥𝐭𝐚𝐧. 𝑰𝒎𝒑𝒆𝒓𝒊𝒐Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora