- Soy un año mayor que tú punk, no me hables de experiencias.
- Y yo llevo siendo Spiderman 2 años más que tú... Jack Escarcha.
- ¿Jack Escarcha? ¡Venga ya!
Cerró la puerta lentamente y pude ver con trataba de evitar sonreír.
Negué divertida y antes de que pudiera volver mi atención al moreno, sentí como su mano agarraba mi mandíbula y me giraba hacia él.
Me quedé paralizada cuando sus labios se posaron sobre los míos. Sentí como toda la sangre se me subía a la cara y mis mejillas se calentaban.
El beso fue tan corto que no me dio tiempo de reaccionar cuando se separó.
— Lo siento, estaba cansado de que todos interrumpieran cada vez que intentaba hacerlo. —apartó la mirada y pude distinguir un leve rubor en sus mejillas, me mordí los labios en una sonrisa pero se me borró al darme cuenta que no se lo había devuelto— Perdón si he captado mal las señales, no quiero hacerte sentir incomoda...
Cuando lo vi con intenciones de levantarse me armé de valor y me apoyé en sus hombros para evitar que se levantara y pegar mis labios a los suyos, callándondolo al instante.
Él no fue como yo y no tardó en reaccionar devolviéndome el beso. Sentí como sus manos viajaron a mi cintura y tiraron de ella para acercarme a él.
Se fue tumbando en mi cama arrastrándome con él. Me apoyé con cuidado pero aun así lo escuché quejarse.
— Perdón, perdón. —me separé rápidamente y lo examiné de arriba abajo— ¿Estás bien?
Hobie rió y asintió para volver a acercarse, pero un pitido nos detuvo.
Me aparté por completo de él y miré el reloj.
— ¿Pav?
— Vaya, parece que estabais... ocupados. —lo vi sonreír antes de que se pusiera la máscara— Tenemos problemas.
— ¿Qué ha pasado? —alterné la mirada entre el moreno y el holograma al escuchar como Hobie bufaba.
— Miles se ha colado en un portal.
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— Hacía mucho que no venía a Munbattan. —murmuré tras haber pasado el portal y observar la poblada ciudad.
Miré de reojo al moreno, le había intentado curar el resto de heridas pero aún así se lo veía cansado.
— Odio este sitio.
Ahogué una carcajada y me erguí buscando la anomalía y los tres héroes.
— Eh. —llamé su atención y le señalé un gran edificio con forma de queso y con un texto en su fachada— Se dirigen a Alchemax.
El moreno no tardó en saltar tras ellos y yo lo seguí con tranquilidad.
Cuando aterrizamos en el techo un gran ruido se podía escuchar desde dentro.
— Oh, oh... —murmuré sintiendo los nervios recorrerme.
— Vamos.
Entramos por una ventana y nos fuimos acercando al ruido con prisa.
