Como de costumbre, Emma Spring era el primer recurso para examinar cuerpos en la escena. Aunque prefería mantenerse al margen y dejar a los forenses hacer su trabajo. Aprendió cuando era más joven que ser una sabelotodo era un poco molesto, sobre todo si interrumpía a las personas a mitad de sus oraciones para corregirlos o dar más información de la necesaria. Sí, ella sabía mucho sobre patología, pero había decidido convertirse en perfiladora, no en forense.
Era la razón por la que estaba ahí antes de que llegaran a la morgue.
Se puso de cuclillas, examinando el cuerpo sin vida de la persona en el bosque. Tenía dos perforaciones en el cuello.
—Vaya. ¿Crees que succionó su sangre? —preguntó Reid, junto a ella.
—No. Los cortes son muy uniformes. Debió hacerlo con una navaja o cuchillo, algo muy fino. Los dientes habrían dejado marcas irregulares, como los animales. ¿No recuerdas cuando Edward mordió a Bella? Eso se miraba muy mal.
Spencer recordó la escena, y también recordó que seguía sin creer que una de las brillantes mentes del siglo como Emma estuviera tan obsesionada con una saga de películas de vampiros que era, totalmente, ridícula. Tampoco le parecía sensato que usara una película tan cuestionable para apoyarse como referencia en un caso. Sin embargo, había visto todos y cada uno de los filmes, más de una vez.
Ella ladeaba su cabeza y entrecerraba sus ojos, continuando por observar el cuerpo. Tenía algunas marcas en sus brazos y también había perdido mucha sangre. Si quería saber más, tendría que ir con el forense a que la examinaran con mayor detalle y mejores instrumentos de las que tenía en ese momento. Únicamente, tenía su pequeña linterna que la hacía sentirse como una médica.
