La Mansión Whisderik

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Aveces las cosas no salen como quieres, no todo es fácil en la vida y mucho menos definitivo.
La familia Freman ha pasado por tanto que la vida les quiere dar una última oportunidad, tal ves sea algo bueno... o más bien algo malo.

Las oportunidades varían desde el ángulo en que las ves, puede ser algo que te saque del hoyo en el que estás, lo que te perjudique aún más.

Los Freman han quedado en la quiebra, pero han recibido la noticia de una posible herencia familiar por parte de sus primos lejanos, los Wishderik. Esa familia que ha sabido permanecer con un apellido dominante, abarcador y lleno de elegancia por generaciones y hasta que esa mansión se arruine, seguirá ese apellido.
Es una casa que se encuentra sola con la compañía de un mayordomo, el señor Luccas Kiredish. Quien a lo largo de su vida se ha dedicado a ese sitio, como muestra de cariño hacia los difuntos residentes.

Los Freman preparan las maletas para partir a la dicha mansión, se encontraba en un pueblo lejos de la ciudad donde ellos estaban viviendo y las horas de camino ayudarían a pensar para aquellos que nunca salían de su zona confortante pero...
Un viaje largo que ayudaría a pensar y, aún así, no convenceria a los involucrados de retirarse.

Una vez llegaron al pueblo, faltaban unos kilómetros para llegar a la mansión, pasaron por una tienda para comer algo. Las personas miraban como un bicho raro a todo en sí, era costumbre de ver caras nuevas en un lugsr viejo y hundido por el polvo, mucho menos sociabilizar.

La señora Freman salió del auto directo a la tienda, mientras que el señor Devid y su hija Susan se quedaron en el auto.

—Este sitio no me agrada —confiesa la chica de diecisiete años, sonmolienta, al despertarse por la parada.

—Susan, esto no tiene que ver con lo que le agrade a uno, teniamos que venir aquí porque no hay otro lugar. —Resopla malhumorado—. Las cosas... trataré de que vayan bien.

—Igual no sé para que opino si nunca me escuchan. —Inquiere—. Desde lo de Alison... —casi pudo tragar saliva antes de seguir hablando lo que pensaba. —He estado pensando en lo que sucedió y creo que, lo siento mucho papá.

Aunque fuese duro aún, para ella, en su pecho ardía esa sensación de inconformidad por la muerte que siempre caía como imán a sus hombros.

—No es tu culpa —su padre deposita su mano en la rodilla cariñosamente—. Aveces las personas tenemos que rompernos para verle el otro lado a la vida.

—Si papá, pero siento que faltó algo que sí podíamos hacer. Ahora que recuerdo, ella nos estaba advirtiendo desde antes y, no la escuchamos.

Estaba algo irritada y se notaba hasta en su forma de hablar, no entendía su culpa en algo que sucedió, y a la vez deseaba sentirse culpable a su pensar porque aliviaría así ese dolor.

—No te atormentes con eso. Alison no está con nosotros, pero al menos está descansando lejos de ese imbécil y no tenemos que preocuparnos —su padre se veía con intención de cerrar la conversación, se notaba lo incómodo de sus exolicaciones.

—¿Descansando? —la chica da una carcajada finjida—. Estar muerto, digo, ¿asesinado es estar descansando? —Busca una respuesta a tanta contradicción que le sorprendía que fuese con su padre. — No sabía que era mejor no vivir que disfrutar de la vida, papá.

—Susan qué te pa...

—Chicos les he traído algo, espero que les guste y quiten esas caras.—Da un apretón en sus mejillas avivando el momento—. Qué amargura justo el día en que iremos a la nueva casa, les va a encantar. ----Comenta la señora Freman ya incorporándose al asiento y bebiendo agua de la botella.

La Mansión Whisderik [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora