14. JeongIn

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La policía fue a buscarlo. JeongIn contó todo tal como pasó, incluso sus charlas con Park Jimin sobre el pueblo vecino. El oficial lo esperó en la sala, ayudó a su madre a bajarlo, incluso fue tan amable como para apartarle la silla. Era el mismo hombre que lo había atendido años atrás cuando JeongIn encontró a su padre muerto, siendo un infante. A pesar del cuidado del trato, las preguntas fueron directas. YoonGi no volvió a casa aquella tarde que los atacó, y aunque los cuatro Omegas le indicaran con lujo de detalles el camino donde todo sucedió, ni siquiera había marcas de pisadas que demostraran a dónde se había ido.

Las sospechas sobre Min YoonGi crecieron de tal manera que no se vio a su familia por ningún lado. Comprendieron el terror de la madre de JeongIn por querer proteger a su cachorro, dándole una navaja que no le devolvieron. JeongIn se quedó quieto, observando que ella acompañaba al oficial hasta el portón de casa.

—Mamá estaba muy enojada —murmuró su hermano, asomado por el borde de la mesa. Lo miraba desde lejos—. Maldijo mucho a Min YoonGi... cuando no despertabas.

—Estoy bien ahora —mintió. Su hermano se acercó apenas, bajando la mirada a su estómago. JeongIn presionó los labios, tras la pijama estaba completamente envuelto con gasa y paños. Le dolía cualquier movimiento.

—Tu Alfa vino a verte —JeongIn se estremeció. Mamá le había dicho, al despertar, que HyunJin había venido los tres días siguientes que estuvo en cama. Incluso la madre de este vino, lo revisó, lo vendó y dejó algunas recomendaciones para bajar el dolor y la inflamación—. ¿Mamá te deja estar con él?

—Claro que sí, es mi pareja —habló, su hermanito lo miró en silencio. No sabía si se comportaba así por las recientes manifestaciones de su jerarquía, pero estaba extraño—. Lo comprenderás en unos años. Ven conmigo un día, nos divertiremos juntos.

—No —lo escuchó murmurar—. No me gusta.

JeongIn lo vio correr lejos de ahí. Intentó levantarse y automáticamente el dolor lo obligó a inclinarse apenas. Llevó una mano a su vientre, caminando hacia la puerta. Al abrirla, notó el enorme cielo celeste, apenas los brotes nacían en las ramas retorcidas, señal de una primavera pronta.

El reposo se juntó con un largo fin de semana. Cuando el Omega sintió que ya estaba mejor, pudo bañarse solito. De vez en cuando su madre se acercaba a la puerta, preguntándole si necesitaba algo. JeongIn le agradecía, pero necesitaba hacerlo solo. Si bien la confianza con su madre había crecido, le avergonzaba un poco que lo viera desnudo. La mordida que Felix le había dejado ya estaba cicatrizada, algo rojiza. JeongIn repasó la mano sobre su vientre. Estaba violeta, amarillento en los bordes y el simple tacto lo ponía sensible. El Omega se colocó un poco de la medicina en crema que la mamá de HyunJin había traído, era fresca, suave, le relajaba la piel y el músculo.

Cuando salió, la radio de su habitación estaba prendida. JeongIn aferró la toalla en su cintura, caminando con lentitud. Sus ojos brillaron cuando observó tres caritas bastantes conocidas para él.

—¡Estás vivo! —gritó Felix, alzando los brazos. Su rostro rojito e hilarante.

—¿En qué momento llegaron? —preguntó, justo cuando sus tres amigos se acercaban. Chocaron puños y SeungMin lo ayudó a ir a la cama.

—¡Una sorpresa! Tu mamá nos dijo que limpiemos un poco tu habitación, aunque ella acomodó algo... —SeungMin se sentó a su lado, escarbando bajo el colchón. De un movimiento, lo vio sacar la revista de El último Omega—. Yo creo que no quiso descubrir cochinadas como estas.

—Ya —murmuró Jisung, acercándose. Se sentó a su lado. Su pequeña mano cálida hizo contacto con la suya, fuerte, cariñosa. JeongIn lo miró—. Uhm... me asusté mucho en ese momento, no pude reaccionar. ¿Estás mejor, no? Oí que el dolor no es tanto como hace unos días.

HADO • HyunInWhere stories live. Discover now