CAPITULO 4 Conectando

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Son las doce y cuarto, y por hoy he terminado las clases, pero como no tengo ganas de ir a casa, decido aprovechar el tiempo e ir a la biblioteca de la facultad para encontrar algunos libros que me serviran para hacer algunos trabajos. Entró en la biblioteca y le pido a la chica donde están los libros de pedagogia, me indica el nº de estanteria y la dirección de donde está y me dirijo hacía allí. Busco y cojo los libros que me interesan y me siento en la mesa que hay enfrente. Abro mi carpeta, saco mi libreta y abro los libros y empiezo a buscar, aún no he llegado a la tercera página del primer libro cuando oigo en susurros un:

-        ¡Hola!

Levanto la vista y veo a Fer.

-        ¡Hola Fer! ¿qué haces aquí?

-        Eso me gustaría saber a mi – me responde.

-        Pues ya ves, estoy estudiando.

-        ¿Eres alumna de magisterio? – me pregunta sentandose a mi lado.

Ambos hablamos en susurros para no molestar al resto.

-        Si, ¿tú también?

-        Sí. Oye, ¿qué tal si vamos a tomar algo y asi podremos conocernos y no molestaremos a nadie? – Me propone.

-        Esta bien.

Recojo las cosas, dejo los libros en su sitio y salimos de la biblioteca. Ya fuera me dice.

-        Vamos a  la cafeteria, hacen unos capuchinos deliciosos.

-        Vale – acepto.

Vamos a la cafeteria, justo antes de sentarme miro la hora, es la una menos cuarto asi que como hasta las dos no comemos Cristian y yo, aún puedo quedarme un rato. Me apetece mucho charlar con Fer y saber más de él, pues el otro día en el club me halagó saber que yo le gustaba.

Pedimos los capuchinos y nos sentamos en una de las mesas cercanas a los ventanales que dan a la calle.

-        Y bien, ¿En que curso estás?

-        Acabo de empezar, estoy en primero.

-        Vaya, pero si eres mayor que yo ¿No?

-        Sí, pero hace tiempo tuve que dejarlo y ahora Cristian me animó a que volviera a estudiar y aquí estoy – le expliqué -  ¿Y tú, a que curso vas?

-        Pues estoy terminando ya, voy a cuarto.

-        Vaya. Que bien – le dije.

-        Bueno, y cuentame, ¿vais mucho por el club tú y tu "amo"?

-        Sí, el es un gran amigo de Pablo, el dueño.

-        ¡Ah vaya! ¿Y cómo es posible que ahora no quiera compartirte y antes si lo hiciera?

-        Bueno, pues, en realidad, no tengo respuesta a esa pregunta – le digo – solo puedo decirte que antes de casarnos si lo hizo, y para mi fue maravilloso pues era mi sueño, mi fantasia más secreta, pero desde que nos casamos él me dijo que no se veia capaz y no lo hemos hecho.

-        ¡Vaya, que pena no haberte conocido antes! Estoy seguro que lo hubiesemos pasado bien. Se ve en tus ojos que eres una mujer ardiente.

Me pongo roja como un tomate. Su piropo me encanta y me halaga. Fer es un sueño de hombre y conectamos muy bien. Estamos hablando un buen rato hasta que de repente, miro el reloj y... son las dos y media. Me levanto corriendo y le digo:

ATADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora