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Se mira nerviosa al espejo, tiene solo una oportunidad para lograr su cometido, desabotona los dos primeros botones de la camisa que le ha robado del armario, tiene su aroma, suelta su cabello acomodándolo, no lleva nada más debajo, el roce de la prenda y sus propios nervios comienzan a endurecer sus pezones.

-Puedes hacerlo Ayla – contiene el aire en sus pulmones unos segundos para tranquilizarse, pone en marcha su plan.

Da un paso fuera del cuarto de baño, camina con lentitud, la puerta de la recamara está abierta, puede escuchar al castaño dando indicaciones a sus hombres, toma algo más de valor y decide desabrochar otros dos botones de la camisa, deja al descubierto uno de sus hombros y la parte superior de su pecho, camina hasta entrar al campo de visión de los hombres al otro lado de la puerta.

Sonríe con coquetería cuando uno de ellos la observa, lo ve tragar grueso y luchar por apartar la mirada, el segundo es quien más se sorprende.

-No puede ser – cierra los ojos y le da la espalda a su jefe, que no comprende su actitud, o eso hasta que se gira, sus ojos se oscurecen al recorrerla con la mirada, la joven inclina la cabeza mientras descubre con lentitud el otro hombro, hasta llegar a la altura de su pecho, tapando estratégicamente sus pezones.

-Largo – gruñe su compañero al ser consciente de las miradas que los otros dos hombres le lanzaban, cierra la puerta de golpe, sus ojos están cambiando, ve los destellos dorados en ellos, su plan funciona - ¿Qué crees qué haces? – se acerca con pasos lentos, la joven sabe que tiene el control de la situación en este momento y no lo perderá – la temporada de celo está cerca, y tú no estás marcada, puedes descontrolarlos.

- No era mi intención – responde con delicadeza, le da la espalda bajando aún más la camiseta, deteniéndola a la altura de su cintura, lo escucha gruñir y como se acerca, la sujeta por la cadera pegándola a su cuerpo, puede sentir el bulto entre sus piernas apretándose en su trasero.

El aliento caliente sobre su hombro desnudo le eriza la piel, disfruta de sus caricias en la cadera, mientras se restriega contra su cuerpo, excitándolo, un suspiro escapa de sus labios cuando besa la curvatura de su cuello, debe enfocarse si quiere cumplir con su objetivo, se gira entre sus brazos, pegando su pecho al suyo, acariciando sus brazos mientras él la sujeta por el trasero con fuerza, haciéndola gemir.

-Tenemos que renegociar mi contrato- se pone de puntillas besando su cuello, lo escuchar gruñir, el sonido la calienta, él parece perder el control, la lleva hasta el tocador, sentándola y colocándose entre sus piernas, la presión de su pelvis contra su piel desnuda la incitan.

-Haré lo quieras – sus manos grandes se deslizan por sus piernas, perdido por las sensaciones que ella le provocaba, debe sujetarlo por las mejillas para que la mire.

-No quiero ser una prisionera – debe aprisionarlo con sus piernas para mantenerlo cerca – me quedaré contigo – promete sin despegar sus ojos de los suyos, los destellos dorados aun le parecen preciosos- pero debes tratarme más como una invitada y menos como tú prisionera.

- ¿Y si intentas escapar? – en ese preciso momento era lo último que quería, teniéndolo tan cerca solo le provocaba besarlo.

-Prometo no hacerlo, quiero poder decidir a donde ir, o quien estar, quiero ver a los gemelos- eso era lo que más deseaba, tener cerca sus cachorros.

-Puedo concederte eso, pero deberás compartir habitación conmigo – trata de no sonreír, pero no lo logra.

-Acepto eso, no puedes mentirme de nuevo, o manipularme para hacer que me quede.

-Acepto, tomarás lecciones para conocer nuestra historia, además de entrenar con los lobos y acudir a tus sesiones con las brujas.

-Acepto, aunque sigo sin creer que puedo ser mujer lobo – esta vez es él quien sonríe, el gesto la deja fascinada, no está segura de haberlo visto sonreír, despierta en ella sentimientos nuevos.

- ¿Hay algo más que desees agregar? – mueve la cabeza negando- bien, podemos seguir discutiéndolo después si quieres agregar algo.

Malik trata de apartarse, pero ella aprieta las piernas en su cintura aprisionándolo, ese lado suyo, él que es más salvaje, vuelve a tomar el lugar en su consciencia, con las manos aun en el rostro del hombre lo guía hasta estampar sus labios en los de ella, ambos jadean por la sensación.

Ella dirige el beso, con esa necesidad que tiene por sentirlo, se mueve rozando su centro contra el de él, sus manos se enredan en su cabello, atrayéndolo, siente como la rodea con ambos brazos, sujetándola fuerte, tomando el control, él la besa con fuerza, posesivo con la mujer en sus brazos, ambos transmiten esa necesidad por poseer al otro.

No pierde más el tiempo, desabrocha el cinturón y después el botón de los jeans de su pareja, libera su miembro de la ropa interior, lo toma con su mano, acariciando la cabeza, descendiendo por el tronco, con movimientos rítmicos y lentos.

-Joder – sus jadeos la humedecen, vuelve a besarla, no pensaba poder sentirse de esa forma con un beso, pero no es capaz de pensar con claridad, su aroma y sabor la vuelven loca, podría estar así toda la vida.

Siente como la acaricia desde la cintura, por las piernas, hasta llegar a su vientre, separa más sus piernas, su corazón se acelera por la anticipación, deja de besarla por unos segundos para mirarla, el aire se atora en su garganta cuando introduce dos dedos en ella, está tan mojada que no tiene problema, la sensación la hace perder la concentración, deja de masturbarlo para disfrutarlo, cuando vuelve a besarla ella reanuda su tarea, se entregan por completo al placer que se producen, hasta alcanzar el orgasmo.

No van más allá de caricias y beso, al menos por esa noche.

AylaWhere stories live. Discover now