VEINTIUNO

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Damian Gorh

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Damian Gorh

El comienzo y el final de la lección.

Al entrar a la casa de placer, los hombres que había en la entrada esperando su turno. Se alejan, despavoridos y con miedos. Huyen de mí y colocan una buena distancia entre nosotros; el bullicio alegre y las voces extasiadas se apagan. Las mujeres se mantienen en sus habitaciones y las más valientes, quien me conocen de hace tiempo, salen a ver qué está pasando. Cloe, una mujer de cabello castaño, ojos rasgados y piel clara, como la porcelana; se coloca a la cabeza, la sonrisa que extiende en sus labios es auténtica, una auténtica sonrisa de negocios, libres de prejuicios. Es gracioso que una cortesana extranjera sea la única capaz de sonreír sin una pizca de miedo. Quien se acerque y me ofrezca su mano antes que pueda hablar.

Cloe fue la primera que conocí, nos encontramos después de que Reiley rompiera mi corazón y esperanzas. Con el tiempo pude entender a Reiley, pero el entenderla no hacía que fuera más fácil la herida; el rechazo que sufrí apenas siendo un joven; los sentimientos habían quedado en el pasado, ya no importaba lo que hubiera sucedido entre nosotros. Cloe era la nueva adquisición de la casa, cuando entre aquel día, entre las demás jóvenes asustadizas y a punto de caer desmayada, ella destacaba; Cloe observaba a todo el mundo con una mirada retadora, los ojos rasgados eran salvajes y pedían venganza. Aun después de años, de conocerla, no conocía el pasado de Cloe, como había llegado una extranjera a trabajar en una casa de placer del reino Oblitus.

Nuestro primer encuentro fue caótico, el dolor, la rabia y la vergüenza de haber sido rechazado no me dejo ver más allá. Notar que esa pequeña mujer se había tirado directamente a mis brazos y me tomo, como nadie más podría hacerlo.

— ¿Qué te trae a la casa del distrito rojo? —cuestiona en un tono suave, manteniendo la palma de la mano hacia arriba en señal de respeto; sin intenciones ocultas.

—Escuché que había mujeres nuevas.

—Oí que estás buscando esposa, ¿cuánta verdad hay en los rumores?

—Son reales, el ducado de Gorh necesita un heredero y mi vieja madre quiere nietos—explico con simpleza, sin sentir vergüenza.

—Un heredero puedes conseguirlo en cualquier lado, adopta un niño de la calle; un huérfano de guerra o un prodigio, esos que están en las torres y necesitan un adulto que los ayude—Cloe da dos opciones, las cuales no había pensado.

En todo este momento solo me había centrado en conseguir una esposa; la idea que un niño fuera del linaje Gorh sea el próximo duque, es inaceptable; inaceptable para la, nobleza que lo verían como una burla. El encontrar una esposa nunca había estado en mis pensamientos, menos la idea de una familia, solo podía creer en la guerrera en sobrevivir un día más para mantener a las personas que dependían de mí. Al final del día no solo era el duque de Gorh, el heredero de una gran riqueza y responsabilidad con el territorio Gorh y la corona. El ducado era más que el significado de dar un próximo heredero.

DESFASEWhere stories live. Discover now