0capitulo 2

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El aire acondicionado esta a la temperatura mas baja a la cual puede estar. Siento que no respiro aire, siento que respiro cubos de hielo. Doy un paso hacia adelante y las puertas del elevador se cierran de golpe, me sobre salto y bufo. Me siento pequeño en una habitación tan grande, sigo caminando por un pasillo de color gris y luces en los costados. En las paredes a cada dos pasos, esta dibujado el logo de la empresa. Me parece algo tonto, ya que todos los que trabajan ahí y los que vienen, saben como se llama este maravilloso edificio y todos los edificio a cargo de Daniel.

Una puerta de cristal se abre cuando doy un paso hacia adelante. Abro los ojos y siento el un olor a vainilla golpeándome la cara, dos mujeres se encuentran tras un mostrador muy alto de madera de pino, en la cual hay una gran D negra.

-bienvenido.-me dice la mujer de cabellos castaños, acercándose a mi con una sonrisa.-El señor Dilaurenttis le espera en su despacho.- al escuchar el apellido del gran magnate de los hoteles del país, se me ponen los pelos completamente de punta.

La mujer toca la puerta dos veces, siento ganas de vomitar y el corazón latiendome con mucha intensidad.

-Ya esta aquí.-sabe que tiene una entrevista conmigo, sabe mi nombre, me estoy muriendo internamente.

El dice algo que no entiendo, trago saliva y ella cierra la puerta.

-En unos segundos el señor Dilaurenttis, estará preparado para recibirle.-me sonríe, me toma el hombro y me empuja hacia el mostrador con la gran D.

¿como hace esto?, los nervios me están matando y el hace que la entrevista tarde en empezar. No discuto nada, nadie puede discutir con el, es multimillonario y puede hacer lo que quiera. Mientras que yo tengo que callar y esperar a que el quiera verme.

Me siento en una silla de color negro que en el salón, siento que estoy sentado sobre nubes. Es demasiado cómodo y temo dormirme. Pongo los brazos sobre mis piernas, intentando evitar que tiemblen con locura y cuando creo que me desmayare, la mujer regresa.

-El señor Dilaurenttis, ya esta listo.

Me pregunto si a estado poniéndose guapo o simplemente estaba decidiendo si verme o no, me pongo mas nervioso que antes, me levanto y sigo los pasos de la mujer. Que mueve su melena de un lado a otro, mientras camina en sus zapatos de coste muy alto.

Abre la puerta, entra y yo la sigo.su despacho huele a una combinación de ropa nueva y vainilla, siento que aquello me relaja. Abro los ojos como platos al ver el lugar.

Su despacho parece estar situado en la parte mas alta del edificio, no tiene paredes, solo donde esta la puerta; hay una pared. El resto con cristales perfectamente colocados.Dejando ver con claridad las vistas de la ciudad, algo que me gusta y me parece original.

La puerta se cierra y me despierto del trance en el que me había introducido. El me mira desde una de las esquinas de su despacho, se esta preparando una bebida y me sonríe con un tono tosco.

Sus ojos me recuerdan a algo, me muerdo el labio inferior con fuerza. Es mas guapo en persona, que en esas revistas y reportajes que la gente le suele hacer. Sus cabellos dorados le dan un toque juvenil, los ojos le hacen encantador y el traje color azul oscuro, casi como la noche, le hace elegante, provocativo y neutro.

Me quedo petrificado a dos pasos de la puerto. Siento que las manos me tiemblan y no se que hacer en este momento de mi repugnante vida.

-puede usted sentarse. -Me dice con tono tranquilo, su voz es gruesa y tranquila.-No muerdo, a menos que la gente quiera.

Aquello me sorprende, abro los ojos y el se da cuenta que aquello a sido inapropiado a la situación. Pide perdón, sin emitir ningún sonido. Me sudan las manos y el señala a una silla de metal que hay frente a su mesa.

Me siento, me relajo un poco y espero que el se siente. Lo hace unos segundos después.

-Quiere algo de beber?.- me pregunta.

¿que digo? Puede que sea una prueba o simplemente sea amabilidad. Según algunos periodistas, Daniel Dilaurenttis, no es nada amable, ni social, en resumen que no es humano.

Me niego ante el ofrecimiento de beber algo.

-bueno...-dice apoyando sus codos sobre la mesa.- Parece que quiere usted trabajar con nosotros.

-si.-respondo intentando estar tranquilo.

-¿Que le ha llevado a esta decisión?

No se que responder a esta pregunta, trago saliva y respondo lo primero que se me pasa por la cabeza.

-Mi padre.-me muerdo el interior de la boca.-Nunca pensé que podría estar aquí, la verdad es que no esta en mis plan trabajar en el hotel mas importante del país.

Me mira directamente a los ojos. Maldita sea, eso me pone mas nervioso.

-puede decirme su nombre?-pregunta juntando sus manos.

-Eden, Eden Montgomery.

Respira con fuerza.

-asi que, no esta en sus planes trabajar aquí?

-No.

-entonces porque ha venido?

¿porque he venido? Me desespero buscando una respues a aquella pregunta, mientras el me sigue mirando y bebe del contenido del vaso.

-Porque mi padre ya había organizado esto. ¿Pierdo algo con intentarlo?

Me doy cuenta que me estoy comportando de una manera desafiante, le miro y nuestros ojos se cruzan, me veo obligado a apartar la mirada.

-Es usted consiente que me hace perder tiempo? Aquí vienen personas buscando trabajo.

-Estoy aquí por trabajo, señor Dilaurenttis. Solo que no entiendo que podria hacer yo aquí.

Sonríe, una sonrisa torcida y encantadora que hace que su rostro sea mil veces mas hermoso que antes.

-comencemos con la verdadera entrevista.-Trago saliva, no había empezado aun, me da un golpe el corazón en el pecho y el continúa.-Tiene usted prisa?

-No.

-Eso esta bien, porque creo que conociéndole estos tres minutos me doy cuenta que esta sera la entrevista mas larga que he tenido nunca.

Abre una carpeta, le da un trago a su vaso y me mira, la primera pregunta viene en camino y mi desesperación también.


El deseo de Daniel  (gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora