Capítulo 2

1.1K 20 0
                                    

Juan se quedó encerrado el resto de la tarde en su habitación, estaba avergonzado y se sentía muy culpable ¿Cómo era posible que se hubiera dejado llevar por la excitación? Era su hermana, la chica que confiaba en él, el único ser humano a quien había permitido acercarse a su mundo y la había traicionado. Un fuerte dolor en la boca del estómago le hizo entender que lo que hizo era algo horrible y debía hacer todo que pudiera para reparar la relación que acababa de dañar.

Tras algunas horas la puerta de la casa se abrió y por ella entraron Miguel y Pam, sonrientes como siempre. Gritaron a sus hijos anunciando su llegada, dejaron sus cosas en la sala y se fueron directo a la cocina; en ese momento, Juan recordó que no había limpiado las manchas de semen que dejó en el pasillo. La sangre se le subió a la cabeza tiñendo su rostro de rojo y salió tan rápido como le fue posible, sin embargo, cuando buscó las evidencias de sus actos, las manchas ya no estaban ahí.

Juan se quedó mirando la puerta cerrada de la habitación de Angélica, el saber que ella las había limpiado, lo hizo sentir aún peor de lo que ya se sentía. Regresó decaído a su habitación y no salió de ahí hasta el día siguiente cuando tuvo que marcharse a la escuela. Pasó toda la jornada cabizbajo, ni siquiera los magníficos resultados de sus exámenes lo animaron un poco y, aunque sus amigos le preguntaron en numerosas ocasiones qué era lo que le pasaba, él sabía que no podía ir por ahí contando que se había masturbado viendo a su hermana desnuda.

Tras salir de la escuela, fue a comer a una fonda barata, luego al cine, pasó por un negocio de videojuegos donde estuvo un buen rato hasta que oscureció; fue entonces cuando decidió que no podía alargar más el momento de confrontar a su hermana y pedirle perdón.

Al llegar a casa, miró la puerta de entrada por unos minutos, las manos le sudaban, le temblaban las piernas y no tenía idea de cómo pedirle perdón a Angélica. Pero se armó de valor, respiró profundamente un par de veces y entró a la casa.

Sus padres se encontraban cenando en la cocina, junto con Angélica, lo cual le resultó de lo más extraño pues ella jamás bajaba a cenar con la familia. Saludó a su padre con un abrazo, besó la mejilla de Pam y luego se dirigió a su hermana, a quien también besó en la mejilla sin recibir respuesta de ella, luego fue a servirse un vaso de agua, a espaldas de su padre y su nueva madre, después se volteó a ver a su familia y para su sorpresa Angélica lo miraba, pero aquella expresión de cansancio y fastidio no estaba en su rostro, solo se encontró con una mirada seria e intensa.

- ¿Cómo te fue en los exámenes hijo? - preguntó su padre, sacándolo de su ensimismamiento mientras sus ojos se perdían en la mirada de su hermana.

- Bien, todos arriba de nueve - contestó sin mucho entusiasmo mientras su padre se paraba para abrazarlo y felicitarlo por tan buenos resultados.

- Que orgullo hijo, entonces mereces un premio muchacho - Miguel sacó de su bolsillo las llaves de su carro y se las dio al chico - es viernes, seguro que tienes algún plan, así que llevate el carro, diviértete y... - Miguel sacó su cartera y le dio algunos billetes a su hijo - pasa un rato fenomenal.

- Gracias papá, pero no tengo ningún plan para hoy, así que...

- Bueno, si no tienes planes ¿por qué no te llevas a Angélica al cine o a bailar o qué se yo? - Interrumpió Pam.

Aquel horrible dolor en el estomago volvió a presentarse, Angélica dejó de ver su plato, levantó la cabeza y se encontró con la mirada de Juan, ninguno de los dos sabía que decir, pero fue ella quien rompió el silencio.

- Voy a cambiarme, te veo en el carro en quince minutos - dijo la chica, quien en ese momento vestía unos pants muy flojos y una playera excesivamente grande. Juan se quedó boquiabierto con el dinero en una mano y las lleves en la otra. Hasta el momento en que Angélica se levantó y lo sacó nuevamente de su estupor.

Angélica: mi hermano mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora