Prólogo.

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—¿Qué besos te gustan? —preguntó.

—Los lentos —respondí.

Me gustan los besos lentos, esos que te rozan la piel con lentitud, pero excitan rápido.

—Y a ti, ¿cuáles te gustan? —pregunté.

—¿A mí? a mí me gustan los tuyos — respondió junto a un beso lento qué me hizo erizar por completo.

En ese momento sentí que esto iba más allá de la atracción, amaba tener sexo contigo. Sí, por supuesto.

Me gustaba como me lo hacías. Sí, sin duda alguna.

No obstante, me di cuenta que realmente hacíamos el amor, y me gustaba porque eras tú.

Quizá eso era solo desde mi perspectiva, porque sabía perfectamente que para ti yo solo era una más en tú lista.

Éric Martín toda su vida ha sido el típico hombre que hace lo que se le antoja sin pensar en los sentimientos de los demás, utiliza su físico atractivo para logar todos sus objetivos sexuales, pero siempre ha respetado su lema, «puedo hacer que cualquier mujer sea mía, pero nunca una de mis estudiantes» el creyó que podría mantener ese lema para toda la vida, lo que no esperaba era que por fin llegaría la persona que le haría dudar de su promesa.

Por otro lado, Romina Roux es literalmente lo contrario, es una virgen sin sentido de la moda qué desaprovecha por completo su físico, se esconde debajo de su ropa holgada, cabello descuidado y piel seca por la falta de atención, es excelente académicamente hablando, tiene grandes habilidades para la escritura y el dibujo, pero es pésima para relacionarse con la gente de su alrededor, Romina toda su vida ha perseguido un sueño, escribir un libro erótico, puede sonar sencillo, incluso sin sentido, pero para ella, eso sería sentirse realizada.

¿Podrán dos personas completamente opuestas llegar a coincidir? Quizá sea cierto ese cliché de que los polos opuestos se atraen, o quizá son más parecidos de lo que imaginan.

El que se enamora pierde —dijiste. 

Y al parecer, yo ya perdí. 

El poder de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora