Capítulo 1: Jaula de hienas

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Era una noche veraniega, ya de madrugada, y el gran líder supremo Trocco Maraz se encontraba muy concentrado trabajando en su escritorio ubicado en su habitación. Ya eran las tres de la madrugada, pero él continuaba escribiendo y reescribiendo unos documentos, iluminándose con una lámpara que hacía ver su tez trigueña de un color anaranjado. A pesar de ser un hombre joven, se le veía muy profesional cuando trabajaba seriamente, aunque rara vez lo hacía para ser sinceros. Sin embargo, el asunto que atendía parecía requerir de una especial atención, lo cual se vio reflejado en un ceño fruncido que pronto fue acompañado por audibles quejas:

—Bah, esa Pinica, el discurso estúpido que me escribió me ha hecho perder demasiado tiempo; ya son las tres y media. Mañana necesito levantarme temprano, esas leyes de prohibición no se crean solas. Por culpa de ella he tenido que cambiar demasiadas líneas —se quejó en voz alta, agitando los papeles en el aire—. ¿Cómo se le ocurre escribir de tal manera? Su escrito no refleja la grandeza de mi persona.

Indignado, el joven líder se puso de pie, sosteniendo el fajo de papeles rayados donde estaba el borrador. Se aclaró la garganta e intentó recitarlo con aire grandilocuente.

—"Queridos ciudadanos..." —leyó en voz alta, antes de hacer una pausa dramática— "...es un honor encontrarme con ustedes en esta ocasión".

El líder se detuvo, pensativo, mordisqueando la tapa del lápiz.

—Creo que eso debería cambiarlo por: "Queridos ciudadanos, es un honor para USTEDES tenerme en esta ocasión" —continuó hablando solo, inflando el pecho con orgullo—. Sí, ¡eso suena mucho mejor!

Trocco siguió revisando el texto con ojo crítico, tachando palabras y añadiendo anotaciones en los márgenes con una caligrafía que atentaba contra la vista.

—Además, hay que adaptar algunas palabras que dejan mal al gobierno —murmuró para sí mismo mientras garabateaba con entusiasmo—. "Huelgas" podría cambiarse por... "cesión voluntaria de funciones". "Detenciones" podría mejorar si lo cambiamos a... "cesión voluntaria de libertad"

Una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro del líder supremo mientras seguía censurando descaradamente palabras. De repente, su ceño volvió a fruncirse al dar con otra palabra problemática.

—¡"Vandalismo"! —Exclamó abruptamente, rascándose la cabeza—. Vandalismo es...

Tomándose el mentón mientras pensaba, el líder supremo apretó la pluma contra la hoja llena de rayados.

—Vandalismo cambiará a "cruel atentado contra la autoridad" —exclamó complacido, anotando la frase con tal entusiasmo que casi rompe el papel.

El joven mandatario continuó así por un rato, escaneando en silencio palabra por palabra del documento, hasta que de pronto dio con otra que lo detuvo.

—"Protestas" —dijo en voz alta, frunciendo el ceño—. Hay que cambiarlo por "cesión voluntaria de..." hmmm.

Trocco pensó por varios segundos. Levantándose de su escritorio, dio vueltas por la habitación mordisqueando su lápiz, tratando de encontrar la formulación perfecta. De pronto, chasqueó los dedos con entusiasmo.

—¡Ya sé! Le pediré a Pinica que me ayude con esto. Es su responsabilidad después de todo —añadió, reuniendo los papeles con determinación.

Con pasos decididos, Trocco se dirigió a la habitación contigua, ubicada al final de uno de los pasillos más largos del palacio supremo. Al llegar, tocó la puerta con fuerza, como si quisiera derribarla. Unos momentos después, apareció una figura femenina de contextura delgada, con un cabello oscuro, mediano y totalmente despeinado. Era la asistente Pinica, quien se había levantado de un sueño aparentemente plácido, ya que, a diferencia de su uniforme negro habitual de estilo militar, se encontraba en pijama y con unas ojeras pronunciadas.

Tiranizame DespacioWhere stories live. Discover now