8.Amanecer en el exilio

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Despierto lentamente, sintiendo el ligero dolor en mis músculos, una señal de la aventura que vivimos anoche y de que hemos pasado más de ocho horas dentro del coche.


Abro los ojos poco a poco y lo primero que veo es a Aiden quien irradia una confianza absoluta en cada gesto, como si hubiese hecho este camino miles de veces. Sus palabras de ayer se han convertido en un remedio para mis nervios. Hasta conseguí quedarme dormida ya ni recuerdo cuándo. Eso sí, no he podido soñar de nuestra carrera y averiguar más datos.

La primera luz del día se filtra a través de la ventanilla, iluminando el interior del coche y a Aiden con tonos dorados.

—¿Qué nos espera en México, Aiden? —pregunto, intentando acabar de despertarme.

Miro por la ventanilla esperando su respuesta. El paisaje muta a medida que nos aproximamos a la frontera. Las imponentes montañas se perfilan en el horizonte, mientras el sol inicia su lento ascenso, pintando el cielo con tonalidades cálidas.

Aiden me mira con ternura con sus ojos verdes profundos. No ha dormido, pero no parece cansado. Roza accidentalmente su mano con la mía en el cambio de marchas, lo que le hace esbozar una media sonrisa. Solo con ese pequeño gesto me da seguridad, aunque sé que nuestra situación es una completa locura

—Un comienzo nuevo, Jade. Tengo un contacto allí. Podremos esquivar a Morgan por un tiempo más.

—Pero en un mes... debo regresar.

—Eso no será posible. Te estarán buscando en cada rincón de América. No solo te expondrías tú, sino también a todos nosotros.

—Quizás podría regresar sola o con Dana. Seguro que ella me cubrirá. Si su familia se entera de que es corredora, la odiarán como mínimo. —miro por el retrovisor y veo su Lamborghini delante de Ken.

—No, no puedes. —Aiden enciende una pantalla en el salpicadero del coche.—Mira lo que ha pasado mientras dormías.

Las últimas noticias se despliegan vertiginosamente ante mí.

La figura de Morgan, mi aún pareja, se cierne en la pantalla. Su pelo castaño está engominado hacia atrás, el uniforme de gala lo hace parecer un general de guerra, y su mirada... esa mirada es de pura rabia. Está dando una rueda de prensa, por lo que sucedió anoche. Su voz hace que mi corazón se encoja.

—Anoche, logré limpiar la ciudad, pero no es suficiente. Hubo 6 muertos y 40 detenidos. Además, se han llevado a mi prometida, Jade Miller. Es una venganza personal por encarcelar a uno de sus aliados, pero esto no se quedará así —declara Morgan, su voz resuena poderosa en la sala. —Le prometí a mi prometida antes de que se la llevaran que haría de esta ciudad un lugar seguro para ella y eso pienso hacer. —mira directamente a la cámara, furioso. —Os encontraré, escoria.

Su mirada se vuelve incandescente y sus puños se aprietan con furia. Cada palabra es un eco de la ira que bulle dentro de él, como un volcán a punto de estallar.
Sus palabras son un juramento de venganza dirigido a aquellos que osaron desafiarlo. Cada sílaba está cargada de un resentimiento palpable, como el rugido de un león acorralado.La sala parece encogerse ante la intensidad de su ira.

Y eso que no sabe que su hermana también está aquí...

Sus palabras resuenan en mi interior, un escalofrío recorre mi espalda. Aiden tiene razón, no podemos regresar. Pero algo en las palabras de Morgan me desconcierta. ¿"Prometida"? Eso no es verdad. ¿Qué intenta lograr con esa afirmación?

—Así que eres su prometida, Jade —me lanza una mirada fría, acelerando aún más, dejando la formación de coches un poco atrás.—Creo que eso no me lo habías dicho, ¿verdad?

Fuego y Asfalto: Atracción a Alta VelocidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora