Post-canon de la 1.1 porque me apetecía mucho escribirlo y porque no supero ESE fanart* Estoy en mitad del arco de Sumeru y no sé qué ha pasado en Fontaine, así que he escrito con lo que sé hasta ahora.
Espero que os guste y aprecio siempre los comentarios.
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Las siete islas que hoy se conocen como el Bosque de Piedra Guyun fueron hace dos mil años el escenario de una cruenta batalla que ha pervivido en la historia a través de innumerables leyendas y canciones. En estas islas del Mar de Nubes, Rex Lapis, el poderoso arconte Geo, derrotó a la bestia marina Osial, el Amo del Vórtice, y lo selló en el fondo del océano con lanzas de piedra. Allí permanecen aún hoy los titánicos restos de aquellas picas, desafiando a los cuatro vientos, al embate de las olas y al pasar de los siglos. De estos altísimos peñascos que emergen de la espuma del mar toma el archipiélago su nombre.
Corre entre los marineros y pescadores de Liyue el rumor de que las ballenas y los delfines se congregan cerca de estas islas para llorar con sus cantos al dios oceánico que yace encadenado en las profundidades sin luz. También se dice que, al caer la noche, un extraño sonido que parece emerger de las profundidades, como un rugido distinto al del oleaje, recorre las siete islas, y que cualquier incauto que pase allí la noche verá su mente nublada y sus pensamientos invadidos por los amargos recuerdos de Osial al ser derrotado. Es por ello que las gentes de Liyue nunca se aventuran en las playas de Guyun, ni de día ni de noche, y se conforman con admirar la brutal belleza de las torres de piedra alzándose entre la bruma del mar desde la seguridad de la costa.
Pero ni siquiera la costa parece segura tras los recientes acontecimientos que han sacudido el puerto de Liyue, cuyos habitantes aún despiertan de la conmoción mientras el relato de lo sucedido recorre toda la nación y es puesto en duda por quienes no lo han presenciado con sus propios ojos. Muchos de los que huyeron tierra adentro aún tardarán en regresar, y los habitantes del Bosque de Piedra —las aves, los cangrejos y los peces— tampoco han vuelto todavía. Guyun es un desierto en mitad del mar, solo hay silencio en el viento salado y olas chocando contra las rocas, y ni un alma humana o animal es testigo del combate que allí está teniendo lugar.
Sin embargo, las leyendas y las canciones poco se habrán perdido, ya que no se trata de una épica batalla como la de hace dos mil años, ni siquiera como la de algunos días atrás, sino de un duelo amistoso, un guante lanzado de forma juguetona y recogido con resignación, una pequeña revancha para compensar el mal sabor de la derrota.
—¡Sólo podremos hacer las paces con un feroz combate! —había declarado Childe con energía, y decidió en ese momento que no se iría de Liyue sin medirse antes con Zhongli... si es que podía seguir llamándolo así. Ese zorro astuto se la había jugado bien, pero iba a lamentar haberse salido con la suya. ¿Qué no era rival para él? Eso ya lo verían...
