RAZÓN DOS.

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|.Intimidante.|

''''

Habíamos tenido otra reunión, todos los pilares se habían reunido nuevamente.

No quería estar cerca de ninguno, como siempre me subí a mi árbol observando a todos desde las alturas. Ya habían llegado la mayoría, solo faltaban Muichiro y el cara de rata.

Tomioka siempre llega tarde, odioba que se apareciera de último sin ninguna explicación y sin decir ni una palabra. Era una falta de respeto para el patrón, ¿Por qué soy el único que lo nota?

No pasó mucho y el pilar de la niebla apareció, se sento a lado de Uzui y ahí se quedó viéndonos como si fuéramos extraños. Tal vez nos olvidó la cara otra vez, ese niño es un dolor de cabeza.

Después de cinco miserables minutos apareció ese cara de rata, solo lo mire con desprecio desde mi sitio. Había algo en él que odiaba tanto y hace que lo quiera mirar, mientras más lo observo consigo algo nuevo que odiar.

Ahora su cabello no estaba tan despeinado, tenía unas trenzas. De aguna manera mi curiosidad por saber quién fue me invadió, no debía haber ser en este mundo que trate bien a ese sujeto.

Cómo ya estábamos todos, el patrón nos repartió malas noticias, cada vez son más los jóvenes cazadores muertos, ¿a caso actualmente nadie sabe elegir bien a los nuevos? Parece ser que los cazadores de nuevo ingreso son aún más débiles que antes, no tienen chispa de vivir y solo se metieron en esto para ser un estorbo y morir en el camino.

Volví a mirar a Tomioka, ese cara de rata encaja completamente en mi anterior descripción; la diferencia es que este idiota tiene tanta suerte que ahora es pilar. Al menos morirá en algún momento sucumbiendo en las garras de algún demonio.

La reunión había terminado, yo mire a Tomioka quien seguía en el mismo sitio. Fuera de si mismo con esa estúpida cara de sufrimiento y ganas de morir, era tan vacía y al mismo tiempo tan molesta.

No supe cuánto tiempo lo mire que cuando salí de mí ya ningún pilar quedaba, solo él y yo.

Se movió, su cuerpo se volteo y me miró directo a los ojos.

Tenía esa misma expresión que el otro día, me miraba desde arriba como si fuera miserable. La muñeca que había dejado adolorida tal vez haya sanado pero mi orgullo seguía doliendo, ¡él no podía tocarme!

Se dió media vuelta como si yo no fuese nadie y camino unos pasos antes de que yo bajara del árbol.

—¡Hey, tú!— Llame, se quedó quieto un rato y se volteo para verme. No había cambiado de expresión.— ¡¿Cuál es tu problema?!

No recibí ninguna respuesta, su cara se movió en una mueca. Al menos reflejaba confusión.

Estaba al frente de él, mirándolo a los ojos y el solo tenía su mirada hacia abajo. ¿En verdad tenía que bajar tanto la mirada para verme o solo es para molestarme?

Me sentí pequeño, apreté mis manos.

—¿Qué... pasa?— Su voz sonó con mucha calma, era la primera vez en mucho tiempo que lo escuchaba hablar.— ¿Por qué me miras tanto?

Espera, ¿se dió cuenta que lo miraba? No era posible, fui lo más sigiloso que podía. Ese cara de rata no debe ser capaz de saber cuándo lo miro.

Ahora su rostro estaba impaciente. Esperando que yo le hable, yo no debo dar explicaciones. Él es el que debe disculparse por tocarme.

Sus ojos azules eran tan profundos, sentí que me ahogaba en el mar de sus sentimientos vacíos, era como si me hundiera en la nada de su mirada.

No me había fijado que era más alto que yo, era molesto, no podía ser tan alto. Ese cara de rata se veía más alto, fuerte e intimidante que yo.

No podía sentirme tan inferior a un tipejo como él, no debe ser así.

Mi corazón late con fuerza, tanta fuerza que sentí como si se me acabará el oxígeno. Mi cara ardió cuando él ladeó la cabeza, parecía fastidiado por mí. Cómo si fuese una pequeña molestia.

No.

Yo no era una molestia.

¡Era él con su maldita cara de rata!

—¡No me mires de esa forma, idiota!— El retrocedió, igual de indiferente. Me quema por dentro que siempre esté calmado.— ¡Tú no eres nadie para mirarme así!

Kaburamaru se tenso cuando grite, se envolvió un poco más en mi cuello. Era su forma de decir que me calmara, pero no podía. Ese cara de rata me toca y ahora tiene la osadía de mirarme de esa manera. No debía. No estaba bien.

No parecía asustado de como le grite, se veía igual que siempre. ¡Nunca cambia su expresión! ¡Siempre era tan indiferente con su alrededor!

No pude más y quise golpearlo, quise cobrarme todas las cosas que había hecho. Debía darle una lección para que valore su vida y el emblema de los pilares.

No di un solo golpe y solo me tuvo, nuevamente de las muñecas. Era tan firme y fuerte que un escalofrío me recorrió por el cuerpo. Miraba hacia arriba, tenía que hacerlo si quería verle la cara. Era patético lo miserable que era al frente de él.

Me veía desde arriba, ese imbécil se cree mejor que yo. Solo soy un pequeño gusano a su comparación y él lo sabía.

Mi cara ardía por lo intimidante que era, y de pronto, por mis actitudes impulsivas y las ganas enormes que tenía de soltarme me resbale hacía atrás.

Él solo me soltó y me dejó caer, mi trasero se tenso por las duras piedras del lugar. Y si antes no me veía lo suficiente humillado ahora lo estoy más.

Él seguía parado ahí, mirándome con su cara de rata. Sus labios se formaron en una curva, quería reírse, lo sé. Se iba a reír de mí. Pude ver cómo abría sus labios y no quise escuchar lo que diría.

Corrí lejos de él, está situación me superaba por todas partes. Lo deje solo, le di toda la privacidad que necesita para reírse, esto debe ser suficiente para hacerlo mostrar alguna emoción fuera de su indiferencia.

¡Eso fue muy vergonzoso! Cómo odio a ese cara de rata.

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•-Razones Para Odiarte-•GiyuOba•Where stories live. Discover now