4. Lista de Errores

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“He construido un muro, con las piedras con las que choque a lo largo del camino”
                                                                                                                       Gabriela G. Cruz

Ya estoy frente al lugar de la fiesta. La música se escucha a pesar de que estoy del otro lado de la calle, mi mente divaga entre pensamientos inconcluyentes.
¿Qué pasara su cruzo para ir a esa fiesta?

¿Me arrollara un auto y se acabó todo? Me hago una imagen mental de como seria, el carro me arrolla, paso por encima del capo, y me levanto intacto a lo John Wick, me rio de ese mi pensamiento. Agarro otro hilo de pensamiento y mi mente se sumerge en él, en este paso la carretera, pero el auto se detiene antes de golpearme, del carro sale un hombre de traje negro, se acerca a mí y coloca algo parecido a un bolígrafo, se coloca unas gafas y me indica que observe eso que parece un boli, después un destello y hay termina, empiezo a reírme nuevamente aun sin saber que hacer. Iba a dar media vuelta y regresar a casa, pero veo a Atenea a la distancia, esta va enganchada de la mano no alguien. Me decido a cruzar la calle, entro por la puerta, la música me deja un poco aturdido, está muy alta. Todo está oscuro, solo hay luces de varios tonos ―resaltando entre ellos el azul― que son la única fuente de iluminación dentro de la casa, porque obviamente hay un patio, y en ese patio una piscina, en esa piscina, también hay fiesta.

Busco a Ernest, cuando lo encuentro ya anda comiéndole la boca a una tía ¿Para qué mierda me hizo venir?

Él me ve y se separa de la chica, se acerca a mí con una sonrisa en la cara.

―Danti― dice arrastrando la “i”

―Joder Ernest ¿para qué me hiciste venir?

―Para abrirte los ojos colega― hace una pausa y se acerca más a mí ―Vas a quedar como hielo en cuanto te cuente. 

Lo miro extrañado por lo que está diciendo, él parece darse cuenta y prosigue.

―Tu novia se anda besuqueando con el Dustin― se empieza a reír a carcajadas

― ¿Qué?

―Están en el salón principal― se empieza a reír y me abraza ―Rómpele la cara a Dustin como solo tú sabes.

Lo alejo de mi alterado y él sigue riéndose, está drogado hasta la mierda. Camino rápido hasta el salón principal.
Busco a mi novia entre la multitud. Cuando la encuentro, no puedo creer lo que veo, la muy hija de puta está besándose con otro, ya ni siquiera es Dustin al que besa. Me alejo lo más rápido posible para no terminar partiéndole la cara al tío ese. Otra vez la sensación de mi sangre ardiendo, me frustra esto.

Me acerco a la barra y pido una botella de Vodka, después de todo es gratuita, de que otra manera creen que vendría tanta gente, me dan la botella sin siquiera preguntar y me ofrecen un vasito, lo rechazo y me empino de la botella para mandar a la mierda todo pensamiento.
Ha pasado un rato, la botella está vacía ya. Ernest me volvió a encontrar y me ofreció unas pastillas que el llamo “las pastillitas de la risa” y joder sí que funcionaban, me reía de cualquier cosa, me había tomado dos de golpe.

No sé qué hora es, solo sé que todo se ve tan brillante e indistinguible.

Estoy en la pista de baile y ya estoy sudado, he saltado al ritmo de la música y me he besado con no sé cuántas. Salgo de la pista de baile a duras penas, unas ganas de querer soltar todo lo que llevo dentro se apoderan de mí.

SombraOnde histórias criam vida. Descubra agora