Jujutsu Kaisen: Genesis

Un Profesor Digno

Una semana después de los impactantes eventos, el mundo de la he hechicería había dado un giro drástico. Hiroto, con una determinación implacable, había conseguido desentrañar el misterio que envolvía su técnica maldita, Génesis. Lo que descubrió fue nada menos que sorprendente.

Resultó que Génesis no le permitía simplemente replicar técnicas, como se pensaba, sino que confería la habilidad de extraer y manipular la energía maldita de otros usuarios. Esta revelación cambió todo. La verdad era que sus antepasados habían dominado la capacidad de robar la energía maldita de otros y utilizar sus técnicas como propias.

Génesis se alzaba como una técnica maldita excepcionalmente singular: al tocar a una entidad cargada de energía maldita, la absorbía, permitiendo a Hiroto utilizar sus técnicas como si fueran suyas, siempre que la fuente original mantuviera su energía. Además, poseía la rara habilidad de redistribuir esta energía maldita entre las diferentes técnicas en su arsenal.

Para aquellos que desconocían el funcionamiento de Génesis, Hiroto parecía capaz de imitar cualquier técnica, otorgándole una ventaja abrumadora en combate y transformando la dinámica de la batalla por completo.

Sin embargo, esta revelación trajo consigo consecuencias devastadoras. Hiroto no poseía un poder inagotable. Todo ese poder que desató provenía de una fuente desconocida que lo había marcado cuando era joven, dejando una cicatriz en su mano como testigo. El verdadero horror radicaba en que no se sabía qué entidad o criatura había sido despojada de tal poder.

La parte más inquietante de todo esto fue el desencadenante de los eventos: Hiroto había utilizado ese poder en Satoru Gojo, el legendario exorcista. El impacto de su puñetazo le arrebató la energía maldita de Gojo durante breves segundos, dejándolo vulnerable, antes de recibir un golpe demoledor que casi hizo colapsar la escuela entera.

Aunque Gojo había recuperado sus habilidades y energía maldita gracias a la habilidad de Hiroto para devolver la energía y técnicas a sus usuarios originales, el precio había sido alto. Gojo permanecía en un estado crítico, en coma, sin signos de despertar. La situación era sombría y llena de incertidumbre, ya que incluso el exorcista más poderoso no era inmune a las consecuencias de este enfrentamiento.

Lo que había comenzado como un entrenamiento aparentemente rutinario se había convertido en un punto de inflexión trascendental en la historia de la hechicería. El as bajo la manga del mundo hechicero, Satoru Gojo, yacía en un profundo coma, sin señales de despertar. La comunidad de exorcistas se enfrentaba a una realidad desconcertante y alarmante.

Hiroto, el aparentemente poderoso joven de doce años, demostraba ser un ser dinámico, dependiente de la fuerza de sus oponentes, ya que sin la habilidad de robar energía maldita, era tan vulnerable como cualquier ser humano. Maki, por su parte, había sido profundamente afectada por los eventos recientes, y su búsqueda de verdadera fuerza la había llevado a cuestionar las limitaciones impuestas por otros.

Panda, Inumaki y todos los demás miembros del mundo hechicero se vieron obligados a entrenar más intensamente que nunca. Ya no podían depender completamente de la omnipotencia de Gojo para salvarlos de todo. Ahora, su destino dependía en gran medida de un niño de doce años que se había convertido en el epicentro de sus esperanzas y desafíos. El futuro de la hechicería se presentaba incierto y lleno de desafíos.

"¡En pie!" exclamó con autoridad Atsuya Kusakabe, el nuevo profesor del primer grado.

Panda e Inumaki se levantaron de inmediato, mientras que Maki y Hiroto permanecieron en sus asientos.

"¿No me han oído?" insistió Atsuya.

"No, pero lo que he escuchado por ahí es que eres un cobarde que evita el conflicto siempre que puede", replicó Hiroto con valentía.