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Elina:

—¿Quieres que te preste uno de mis atuendos?—Angelina repite mis palabras muy sorprendida.

—Si.—La miro de pies a cabeza.—El que traes funcionara.

—Elina, pero...

—Iré a una fiesta.—Orgia es la palabra correcta.—Con Egan y no necesito que me reconozcan.

—Empiezo a entender.—Suspira mi amiga mientras voy escogiendo entre los antifaces, me decido por uno de color blanco y me lo pongo en el rostro.

—¿Qué te parece este?

—Bonito.

Bajo el antifaz y le sonrio.—Vamos...

—¿Cuánto tiempo se ausentara? Si a la reina se le ocurre.

—Ya pense en eso.—Me acerco y la tomo de los hombros.

—No...—Pronuncia al intuir mi idea.

—Si.—Sonrio.—Solo necesito que te quedes aqui.—Le sujeto de los hombros y la dirijo a mi cama haciendo que retroceda hasta sentarse sobre el colchón.—Que finjas que soy yo hasta que regrese en caso a alguien se le ocurra meterse.

—Dios, te meterás en serios problemas.

—Solo si me atrapan. —Junto ambas manos.—¿Por fa?

Ella se resigna y empieza a quitarse las prendas, yo también.




(***)




—Si que has tardado.—Pronuncia Egan mientras me pasa la mirada de pies a cabeza, lleva un traje azul digno de un conde, entallado y que aprieta sus músculos, aunque se ve bastante cómodo en el que hace juego con el antifaz azul que cubre sus ojos, la camisa blanca la trae descubierta mostrando lo poco del torso que se logra ver, un torso muy bien trabajado.

Olvide que el tiene privilegios mientras yo no debo de ninguna manera ser descubierto, Egan ni siquiera necesita antifaz.

El duque se aparta del carruaje y  se me acerca con una sonrisa, toma mi rostro y me besa en los labios.

—¿Lista?—Sus labios rozan y sus pulgares hacen presión en mi rostro.

Asiento y baja las manos, el  cochero nos observa y empiezo a preocuparme, Egan extiende la mano actuando caballeroso, pero yo no dejo de ver al hombre que no nos ha quitado la mirada de encima.

Egan lo nota.—Tranquila, no hay nada que temer.

Acepto su mano para subir al carruaje, el mismo que se estaciono cerca de la torre.

—¿Con cuanto estas pagando su silencio?

—¿Importa?—Encoge los hombros.—Lo que importa es que lo vale.—Aprieta mi mano.—Y tu lo vales, princesa.




Disputa por el Trono (#5 Amores en la Realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora