Nico Otamendi se encargaba de la música y cuando Julián y yo llegamos, nos hizo una seña y puso la canción. Era cuarteto también, así que Julián sonrió contento y me agarró de las manos.

Ella multimillonariaaa —ori empezó a cantar y bailar al lado mío.

—Y del más alto niveeella siguió Paulo.

Los cuatro bailamos y Oriana y yo de vez en cuando nos reíamos de los pasos que se mandaban los chicos, al final terminamos cambiando y quedamos como parejas ella y yo, y por el otro lado estaban Julián y Paulo.

Otamendi me pasó un vaso con un líquido medio amarillento y le di un sorbo, me quemó la garganta pero me dejó un sabor dulce en la boca, así que le di otro sorbo y le pasé la jarra a Oriana.

—¿Qué es? —le pregunté con un tono curiosa cuando me di cuenta de que ella parecía saber.

—Sky con speed, es riquísimo —se relamió los labios después de terminar de tomar y le pasó la jarra a Otamendi de vuelta, ignorando que Julián y Paulo se la habían pedido—. Igual me gusta más el Smirnoff de manzana con redbull.

—¿Y que es eso?

—Vodka con energizante.

Después de que termine la canción con Oriana, me fui a hablar con De Paul y tomé de lo que él tenía, que si no mal recordaba el sabor, también era Fernet. Pero un Fernet más suavecito que el del cuti. Seguí hablando con los chicos mientras me seguían compartiendo de lo que estaban tomando.

Cuando iba a preguntarle a mi mamá la hora, me sentí mareada y bastante acalorada. Miré a los chicos y todos parecían metidos en sus propios mundos, Julián se había quedado dormido en un sillón, Paulo estaba bailando con Oriana, Otamendi se había unido a Leandro y el licha, el cuti estaba hablando con cachete y los Messi estaban con mis papás y el dibu.

—Sol, ¿estás bien? —escuché una voz atrás mío. Mientras sentía unas manos en mis hombros.

—¿Quién sos? —pregunté frunciendo mi entrecejo, y tambaleando un poco.

—Soy Enzo, ¿Qué tomaste? —lo escuché decir con voz tranquila.

—No sé, un poquito de todo.

—¿Mezclaste? Ay dios, vení vamos al baño —dijo preocupado.

—¿eh?, ¿Para qué?

—Para mojarte la cara.

Enzo me guío entre todos los chicos hasta el baño y me dijo que me moje la cara y haga pis si quería, que él se iba a quedar afuera esperándome.

Me sentí bastante mareada y cuando me miré en el espejo ví que estaba colorada, así que fui a bajar la tapa del inodoro y me senté ahí para intentar calmarme un poco.

—Sol, ¿ya está?, ¿estás bien? —escuché golpecitos en la puerta—. Voy a entrar.

Sentí ganas de vomitar así que me senté rápido en el piso y levanté la tapa del inodoro, sintiendo como un líquido viscoso y agrio subía por mi garganta. Una de las manos de Enzo sostuvo mi pelo para que no me lo manche con vómito y la otra frotaba mi espalda.

—Está bien, tranquila. Sacalo todo.

Después de unos cinco minutos más de vomitar, Enzo me ayudó a levantarme del piso y me lavó la cara. Lo ví muy concentrado cuando me estaba secando con la toalla así que no pude evitar sonreír.

—¿Qué pasó? —preguntó con el ceño fruncido.

—Nada. Sos muy tierno cuando te concentras, arrugas la frente —dije bastante torpe.

—¿Querés ir a dormir ya?

—Sí, yo puedo ir sola. Anda a seguir disfrutando.

Me quise soltar del agarre de Enzo y el negó con la cabeza, pasando una mano por mi espalda y con la otra sosteniendo mi brazo.

—No, te acompaño y me quedo con vos por si necesitas algo —dijo bastante firme.

Sin dejarme responder, me acompañó hasta mi habitación y buscó en mi placard un pijama, lo dejó arriba de la cama y salió de la habitación. Me cambié bastante rápido y me quedé sentada en la punta de la cama, mirando fijamente la ventana.

—¿terminaste, sol?

—Sí.

Después de decir eso, entró a la habitación y cerró la puerta, la música ya no se escuchaba desde acá. Se sentó en uno de los sillones y sacó su celular un ratito para después guardarlo de vuelta.

—¿Cómo te sentís?

—Me duele la panza, estoy mareada... pero estoy bien.

—Estás borracha —se rió—, no estás acostumbrada a tomar y encima mezclaste.

—¿vos decís que los aliens existen?

—¿eh?

Me tiré en la cama de espaldas y miré al techo.

—Sí, ¿vos decís que existen? Para mi, los aliens somos nosotros y estamos adentro del área 51... por eso dicen que no existe —solté con el ceño fruncido.

—No se, puede ser.

—¿Y las reencarnaciones?, ¿crees en las reencarnaciones? —lo miré bastante seria, y noté que mientras me miraba con una sonrisa sus ojos brillaban.

—Sí, creo. ¿Vos qué opinas con eso de que vivimos en un simulacro?

—Puede ser... para mi reencarnamos en un bebé cuando morimos, la luz al final del túnel es la luz de la sala de parto y por eso dicen que los bebés eligen a sus papás, porque nosotros elegimos en quien reencarnar —fruncí mis labios pensativa—. ¡Por eso tenemos los deja vú! Son lagunas en nuestras memorias, recuerdos de nuestras vidas pasadas.

—Yo tuve un deja vú cuando te conocí, ¿eso quiere decir que te conozco de vidas pasadas? —me miró con las cejas alzadas, sus ojos todavía brillando.

—¿Querés jugar al uno? —pregunté de la nada.

—Si vos querés, juguemos.

Cerré mis ojos y sentí como lentamente todo me daba vueltas, de repente, el sueño me invadió por completo y todos mis músculos se relajaron totalmente. Quedé dormida.

Sobre Ruedas-Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora