Sweet Christmas (Especial navideño)

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Los copos de nieve caían a cántaros adornando la bella y mágica ciudad de Seúl cuando apenas era las horas de la tarde

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Los copos de nieve caían a cántaros adornando la bella y mágica ciudad de Seúl cuando apenas era las horas de la tarde. En el azulado horizonte se podían entrever algunas nubes grisáceas que evidenciaban el clima frío por el invierno. Los faros encargados de iluminar las calles al anochecer llevaban sobre sí algunas bonitas luces que las personas entusiastas por la navidad habían decidido colocar.

Sí, aquí también es época navideña, queridos lectores; una navidad como la de nosotros: tiempos difíciles, problemas y procesos que nos retan a nuevas cosas. Pero especialmente era una navidad feliz, esperanzadora por un mejor por venir y un futuro prometedor.

No han perdido las esperanza de que estaremos bien como tanto les mencioné en el pasado, ¿o sí?

—¡Se ha caído tu bufanda! —exclamaba Becky agitada antes de detenerse y recogerla—. ¡Freen! —gritó al ver que la mencionaba la ignoraba—. ¡La bufanda que te regalé!

—¡Gané! —fue lo único que la rubia exclamó victoriosa—. ¡Freen... ganó! —alzó sus brazos.

—¡La bufanda! —corrió hasta estar frente a ella—. ¿O no la quieres más? —susurró con los ojos brillosos.

—Quiero... —asintió de inmediato subiendo su cabeza para que su contraria la colocará en su cuello.

Becky sonrió aliviada al obtener una respuesta positiva, pues como tendremos muy claro: ella nunca había perdido esa sensibilidad e inocencia que siempre la caracterizó. Extendió sus manos hasta rodear el cuello de la rubia con aquella sedosa prenda, la cual era color negra: color favorito de Freen. Seguidamente entrelazó aquello con extrema delicadeza y finalizó, no sin antes acariciar sus hombros, subir hasta sus mejillas y darle un corto beso en el puente de su nariz.

—¿Dulce? —susurró la rubia con un puchero infantil.

—Dulce... —susurró acercándose peligrosamente—. Dulce no —la empujó antes de correr; era la venganza por haberla ignorado cuando le dijo lo de la bufanda.

—¡Bunny! —gruñó antes de perseguirla por todo aquel bonito parque del cual tenemos hermosas memorias, ¿o no?

Es hermoso volver a saber algo de las dulces chicas del parque, ¿no? Tal vez podría contarles un poquito más. Habían transcurrido cuatro años después de aquel reencuentro en el parque, esa última imagen que tuvimos de dos chicas que se esperaron con paciencia, crecieron juntas y superaron ese pasado oscuro que muchos aun seguimos recordando por allí; cosa que ellas no, por supuesto.

Becky Armstrong ahora tenía veintitrés años de edad. Freen Sarocha veintidós. ¿Qué creen? Se habían mudado juntas sólo un par de meses atrás, cuando por fin pudieron conseguir por sí mismas las herramientas para lograr independencia total. Eran universitarias: Becky había comenzado a estudiar periodismo. Freen en cambio había encontrado una gran pasión por la informática.

𝐒𝐰𝐞𝐞𝐭𝐧𝐞𝐬𝐬 || 𝐅𝐫𝐞𝐞𝐧𝐛𝐞𝐜𝐤𝐲 Where stories live. Discover now