11. You're my bitch.

660 94 32
                                    


11. Your are my bitch. 


Había pasado media hora desde que Kim había curado las heridas de Porsche, pero él no despertaba. Todos estaban reunidos en el salón y yo había decidido quedarme con mi hermano... tenía tantas preguntas, ¿por qué Jael y Kim se pusieron realmente serios cuando leyeron ese nombre en el pecho de Porsche? Nadie dijo nada, Kim dijo: tenemos que hablar y yo solo pude quedarme con Porsche. La habitación de huésped era tan amplia como la de Kim, tenía una ventana cerrada que daba para los jardines traseros, por cosas de la vida, no quise asomarme.

¿Papá sabría qué Porsche estaba en el pueblo? ¿Lo habrá llamado para comentarle que no volví a casa? Ni siquiera he hablado con él a pesar de las insistentes llamadas, ¿pero qué iba a decirle? A un hombre que me maltrató toda la vida, que me humilló, que me discriminó y tras de todo... ocultó que no era mi verdadero padre... y que Porsche... no era mi hermano biológico.

Sin embargo, lo adoraba como tal... incluso después de que me abandonara con papá a mi suerte, de que huyera del pueblo porque él quería salvarse... pero dejo a su hermano menor en manos de un hombre violento, incluso a pesar de todo eso, lo amaba y creo que ya lo había perdonado. Haberlo visto con esas horribles heridas en el pecho y creer que ahora él estaba metido en todo esto... no, no tenía tiempo para el rencor de antiguos problemas y errores.

– El está bien, puedo escuchar su corazón – dijo Kim

Lo miré, estaba apoyado en el marco de la puerta. Miré de nuevo a Porsche, y me coloqué de pie.

– ¿Qué está pasando, Kim? – pregunté acercándome a él, tomé su mano y tiré de él hacia afuera para poder hablar, sentía que estaría interrumpiendo el descanso de Porsche.

Kim apretó mi mano – No se porque tu hermano está involucrado – dijo y le creí, no tenía porqué mentirme, él sabía lo mismo que yo y tenía esa misma duda.

– Bueno, ¿y quién es Kinn? – pregunté

Vi que los ojos de Kim se opacaron de repente, soltó mi mano y respiró profundo.

– Kinn es... – miró hacia el ventanal que había en la salida de estar del segundo piso – mi hermano.

Definitivamente, de todas las explicaciones que esperaba, esa no era una de ellas.

– No me jodas, Kim... ¿Los demonios tienen familia? – pregunté, incrédulo

– No exactamente – dijo, ahora me miró – Kinn y yo fuimos creados en el mismo momento, nacimos de la misma llama del infierno, somos básicamente... siameses separados cuando nuestra existencia comenzó...

Suspiré rascándome la nuca – Debí haber leído ese estúpido libro de teología – musité, pero escuché la suave risa de Kim.

– No dice nada sobre mi procedencia en los libros de teología o demologia, ángel – comentó con cierto toque de humor –

Me crucé de brazos – Entonces, ¿qué sucede entre Kinn y tú? – pregunté.

– Lo desterré al olvido – dijo

Arrugué el ceño – ¿Por qué?

– Conflictos – contestó, vi que sus ojos brillaron – Me detesta y es demasiado letal.

Sentí que algo se encogió en mí y pensé: ¿qué tengo que ver? ¿Él ha hecho todo esto? ¿Qué tiene que ver Porsche con ese sujeto?

– ¿Y... a dónde lo desterraste? – pregunté sin comprender

A CANDLE TO THE DEVIL - KIMCHAYWhere stories live. Discover now