7. The dark word in the Italy.

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7. The dark word in the Italy.

Una hermosa Van negra con vidrios polarizados nos recogió en el aeropuerto. Ibamos con pocas pertenencias porque Kim insistió que no las necesitaríamos. Todo el viaje fue lleno de "sorpresas" para mi, empezando por el pasaporte falso de Kim, en realidad tenía uno y también un ID "Kimhan Theerapanyakul" ese era su nombre humano y el que lo registraba como ciudadano tailandés.

– Entonces, ¿podías escoger cualquier nacionalidad? – pregunté

– Si, cualquiera – contestó

– ¿Por qué tailandesa? – pregunté

Se inclinó sobre mi para hablarme al oido – Porque me gustan los tailandeses – susurró, golpeó un beso en mi oreja y se alejó – Camina, el vuelo casi sale.

Quisiera decir que los acercamientos de Kim no me subían la presión, pero si lo hacían... bueno, no podía mentirme, ese hombre era hermoso y tenía una vibra seductora que envolvería a cualquiera, eso era cierto, él lo sabía, yo lo sabía, cualquiera que lo veía lo sabía.

 Yo no era estúpido, podía ver como las personas lo miraban, hombres y mujeres por igual. Yo no iba a ser la excepción, él era guapo y yo soy humano, era lógico que iba a gustarme físicamente, pero entonces recordaba lo idiota que era conmigo y lo más importante: era un demonio, entonces comenzaba a reconsiderar lo que su cercanía me hacia sentir.

Estaba enamorado de Roma, y eso que apenas llevaba un corto recorrido desde el aeropuerto Rome Ciampino que quedaba a más o menos dieciséis kilómetros de distancia de la Ciudad del Vaticano, las personas eran cálidas y muy amables, el chofer que nos recogió era un italiano sonriente y noté que llevaba un escudo de armas en el chaleco de su uniforme negro, era... un símbolo que casualmente ya había visto antes, miré a Kim, él estaba observando el paisaje por la ventana a travez de sus gafas de sol, baje la mirada a su mano sobre su rodilla.

Por supuesto, ahí estaba el escudo de armas... se trataba de una serpiente envolviendo una espada.

– ¿Por qué el chofer tiene el mismo escudo que está en tu anillo? – pregunté

Kim no me miró al responder – Son simpatizantes

– ¿Como? O sea... seguidores –

– Si, algo como eso – contestó apoyando su mentón en la palma de su mano

– No entiendo, son como... satanistas ¿no? – inquirí, asombrado

Kim inhaló, me miró por detrás de sus gafas oscuras.

– Tengo simpatizantes por todo el mundo, saben que existo, me veneran, hacen cultos y rituales.

Oh por Dios, ¿hay un culto de veneración al diablo en la Ciudad del Vaticano? Eso era demasiado para mi.

– Increíble – murmuré – Ellos... ¿Ellos saben que tu eres...?

Kim asintió – Si, lo saben –

– ¿Como? – pregunté

– Porchay, ¿tu eres catolico? – preguntó subiendo sus gafas

– Mm, no...

– ¿Perteneces a una religión  al menos?

– No creo

– Mmm, entonces es simple: los católicos saben que existe un Dios y lo veneran, así mismo pasa con mis seguidores, saben que existo y la imagen que tengo, así que han creado cultos de ovación en casas que yo mismo adquiero para ellos – me explicó – Muchos de ellos son... diferentes, brujos, hechiceros... como quieras llamarlos. 

A CANDLE TO THE DEVIL - KIMCHAYWhere stories live. Discover now