Capitulo Dos

14 1 0
                                    

Mientras volvía a casa no pude evitar dejarme llevar por la embriagante esencia de la ciudad, el ruido del tráfico y los vendedores ambulantes, la brisa que lleva con sigo olores tanto irresistibles como repugnantes y sobre todo la gente, que a pesar de parecer máquinas que cumplen una rutina día tras día en sus rostros se ve miles de historias, muchas de ellas dignas de ser contadas. Caras de cansancio, ojos de tristeza y otros de ilusión; obreros y amas de casa, jóvenes, viejos.... Y pensar que cualquiera de ellos podría ser la persona que busco.
Al llegar a casa me quite la ropa, destape una pilsen y prendí el computador, mientras leía las noticias sobre el asesinato más me convencía de que este caso no es lo que parece; y mi mente se inundaba de preguntas que tengo que resolver.
¿Por que un sacerdote estaba en ese lugar a esas horas? ¿Que podría estar haciendo? ¿Si lo querían robar por qué no se llevaron su billetera y su anillo? Es más que obvio que un robo no era. Hasta ahora tengo muchas preguntas sin respuesta así que debo empezar a actuar; este caso cada vez me cautiva más.
Ya cansado apague el computador y me acosté, mi mente se resistió pero al final pude dormir.
Al siguiente día me dirigí nuevamente a la iglesia, con el fin de entrar a la casa cural y empezar a indagar sobre qué pudo haber pasado; Lucila me indicó que ella no tenía las llaves, que tenía que buscar a la diacona de la iglesia.
Mientras la esperaba me acerqué a unos niños que jugaban en frente de la iglesia.
- Alguno de ustedes conoció al padre...
Un silencio incómodo se creo, les di la espalda y mientras me iba uno de ellos dijo.
- Las personas como él no merecían vivir.
Cuando mire hacia atrás ya todos se habían ido corriendo.
En ese momento llegó una mujer con una biblia en la mano y de forma grosera me llevo hasta la casa.
Al pasar por la puerta sentí un ambiente pesado, que no me genero confianza; la casa era muy sencilla, sin nada que destacar más que la gran cantidad de cuadros y estatuas religiosas; di una vuelta por el lugar tratando de encontrar algo que me ayudara pero no encontraba nada, la mujer en ningún momento que quito los ojos de encima, trate de abrir la habitación pero tenía llave.
- No lo puedo dejar entrar ahí - dijo ella mientras se dirigía hacia la puerta para quitarme la mano de la manija.
- Señora, déjeme hacer mi trabajo.
- A mi no me importa su trabajo, si no tiene nada más que mirar se puede ir, que yo tengo muchas cosas que hacer.
En silencio me dirigí hacia afuera de la casa y sin despedirme me fui del lugar.
Me pase la tarde en el parque del periodista y antes de ir a casa pase por la calle del asesinato; indigentes y prostitutas adornaban el paisaje mientras las palabras de ese niño me retumbaban la cabeza.
Me desperté pensando en cómo podría entrar a esa habitación, todavía sin un plan volví al barrio del padre. Me senté fuera de la iglesia mientras fumaba un cigarrillo, la misma mujer de ayer caminaba de un lugar a otro con las llaves en la mano, después de un rato se sentó en la recepción de la iglesia y dejo las llaves en el escritorio; esa era la oportunidad que tenía para coger la llaves pero tenía que buscar cómo distraerla. En ese momento un balón golpeo mis pies.
- Les doy 2.000 si entran corriendo a la iglesia.
- 5.000 a cada uno o no hay trato - dijo uno de ellos.
- 3.000 a cada uno - dije mientras sacaba la billetera.
Se quedaron un momento pensando y voltearon para irse.
- Esta bien, ustedes ganan - saque 15.000 de la billetera y se los di.
Cuando los niños entraron la mujer se paró entre gritos y manotazos a intentar sacarlos; rápidamente entre y agarre las llaves, salí de ahí en camino a la casa cural; mientras trataba de adivinar cual de las 10 llaves era, una voz tímida se escuchó detrás mío.
- Yo se cual es la llave.
Era el niño del día anterior. El se acercó y me apunto la llave.
Abrí rápidamente la puerta y mire hacia atrás.
- Graci.... - el niño ya no estaba ahí.
Cierro la puerta y me dirijo rápido hacia la habitación, abrí la puerta y comencé a mirar a mi alrededor, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo por una razón que desconocía, pero yo no le di mucha importancia ya que no tenía mucho tiempo. Mire rápidamente su closet y los cajones pero nada, no había nada que me interesara, un olor a incienso se despertó en la habitación y las campanas de las iglesia comenzaron a sonar, antes de salir de la habitación mire debajo de su cama y vi una pequeña caja de madera, esta tenía un candado y la llave no estaba entre las que tenía, busqué rápidamente la llave pero esta no estaba por ninguna parte; el olor cada vez es más fuerte y estoy comenzando a sentirme mareado, como si algo extraño no quisiera que estuviera ahí; rápidamente busqué algo para romper el candado, agarre un crucifijo de madera que estaba en la pared y golpee el candado con fuerza, abrí la caja y en esta había una pequeña libreta negra, la guarde en mi chaqueta y salí de ahí, cuando estaba fuera de la casa ya era de noche y había comenzado la misa. Me acerqué a la iglesia, sin que nadie lo notara volví a poner las llaves en el lugar que estaban.
Salí de ahí con la seguridad que tenía en mis manos una pieza clave en este rompecabezas.
Mientras iba a casa aproveche para llamar a un viejo amigo que trabaja en la morgue.
Desde hace mucho tiempo no me sentía tan entusiasmado de llegar a casa, me senté en el comedor y abrí la libreta; en esta había una lista de nombres tanto de mujeres como de hombres, junto a una fecha y un número que pareciera ser la edad de cada persona; en ese momento sabía de que se trataba y me alegré de el final que tuvo esta persona. Al seguir pasando las hojas comprobé lo que creía al ver el logo de la pizzería COMET dibujado en varias ocasiones; y entre todos esos nombres había uno que destacaba ya que tenía un corazón a su lado.
- Estefanía / 04-11-2012 / 12
En la última hoja de la libreta había una dirección de un lugar a 3 cuadras del lugar del asesinato.
Cerré la libreta y me fui a dormir.

Ruega por nosotros Where stories live. Discover now