1- Hermanos, parte 1

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   —Te entiendo, te juro que sí —responde Sam en voz baja, extendiendo una de sus manos y tomando una mano de Luke, arrastrándola suavemente por sobre el suéter rosado, el cual ha quedado justo entremedio de ambos—. Lo que te estoy por contar es... una grieta familiar, por así decirlo. Se podría decir que antes de que esto pasara, éramos una familia, y luego ya no.

   Pasando a posar su mano libre sobre la mano de Sam que ya sostenía su otra mano, Luke le demuestra su total apoyo. Sam mantiene por un momento su mirada en el vacío. Sus ojos grisáceos se llenan de tormentos pasados...


| Chicago – julio del año 2010 |

   Tomando un balón con sus manos, un castaño de unos 10 años ríe a carcajadas mientras corre por la que, por su tamaño, pareciera ser una pradera, pero que en realidad es el patio trasero de la Finca Graham. El niño, Sam, está siendo perseguido por un chico de unos 15 años, igual de castaño que él.

   Su hermano mayor.

   A lo lejos y sentados en sillas reclinables están Samuel y Caroline Tanner. Ambos se encuentran a un lado de una parrilla, la cual está siendo controlada por una mujer de unos 60 años que luce un atuendo blanco y negro.

   Girándose para ver cómo su hermano mayor aún le persigue, el joven de 10 años se tropieza con el borde de la caja de arena del patio, cayendo dentro de la misma. La pelota rueda lejos, con el mayor corriendo a socorrer al menor. Se inclina dentro de la caja y lo ayuda a salir, limpiándole un poco la arena de la cara en lo que caminan tranquilamente hacia sus padres.

   —Voy por un poco de sal, señor Tanner —Le dice la mujer al mismo. Ella es Mercedes, una de las empleadas domésticas de la finca que tiene como gran tarea procurar que los Tanner-Graham estén cómodos en su estadía allí.

   Pasando a tomar control de la parrilla en su ausencia, Samuel se encarga de evitar que sus dos hijos se precipiten sobre la misma buscando robar algo, con todos riendo cuando el pequeño Sam logra apuñalar un pequeño trozo de verdura asada con su tenedor. Su hermano mayor solo bebe un poco de jugo.

   Dejando su vaso a un lado, Frank centra repentinamente su mirada en la puerta de vidrio de la cocina, desde donde les está viendo la hija de Mercedes. Formando una sonrisa en su cara, el castaño mayor le hace señas para que se sume a ellos, con Caroline detectando dicho accionar y molestándose.

   —Frank, cariño, ¿por qué no enseñas a Sam cómo andar en su patineta? —Propone Caroline, sorprendiendo un poco a todos—. ¿Qué pasa?

   —Es que... tú nunca quieres que yo ande en la patineta. Dices que es un juguete del diablo y que mis abuelos nunca debieron dármela —contesta Sam, con Caroline simplemente encogiéndose de hombros.

   —Lidia podría unirse a nosotros —dice entonces Frank, con la mala cara de Caroline volviendo a ella, solo que esta vez ante sus hijos.

   —Eh, n-no —Interviene entonces Samuel, para gratitud de su esposa—. La joven hija de Mercedes ha de tener tareas dentro de la casa. No la molesten.

   —Pero todo el tiempo está lavando ropa o barriendo. Solo tiene 13 años —La defiende Frank, con sus padres mirándose entre sí. No parecen saber qué decirle y Sam, el más joven de todos, parece darse cuenta.

   Sam también percibe un pequeño hilo de tensión que no le gusta nada...


   —En ese momento no lo supe con certeza. ¿Cómo podría? Solo tenía 10 años —dice Sam, estando aún en su lugar, solo que habiendo pasado a abrazar sus piernas sobre la cama. Luke le mira con atención, estando muy sorprendido por lo que Sam le ha contado, a pesar de aquello apenas ser el inicio—. Pero fue en ese momento cuando todo comenzó a desmoronarse.

Simplemente LUKAM Vol. 2: La jugada siniestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora