capitulo 23: El caballero descubre a la fea

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En cada baile las jovencitas se esmeran en conquistar el corazón de los caballeros usando sus mejores armas de seducción, una sutil sonrisa, una coqueta mirada, una tímida risa, un tierno gesto e incluso usando el lenguaje del abanico, en estos eventos sociales las noches están llenas de miradas discretas, roces disimulados, besos en la oscuridad y una joven peliroja saliendo a escondidas del baile totalmente imperceptible para todos excepto para un apuesto caballero que en ningún momento aparta su mirada de ella.

La joven fugitiva sube a un extraño carruaje que la espera fielmente en la oscuridad para llevarla a un destino desconocido, o al menos lo es para el apuesto caballero que la acecha entre las sombras; Colin decidió seguir el carruaje para averiguar a dónde se dirigía Penélope a altas horas de la noche, sola y sin chaperona en un carruaje de alquiler, su sangre empezaba arder cada vez que se adentraba a la zona más pobre y peligrosa de Londres <¿En qué demonios está pensando esa mujer? > Pensó el caballero completamente irritado, después de unos minutos que para el joven caballero parecieron eternas por fin el carruaje se detuvo frente a una casa de fachada descuidada en medio de un barrio se mala muerte, Colin decidió bajar de su carruaje acercándose sigilosamente al carruaje dónde viajo Penélope y de manera muy autoritaria y enojada le exigió al chófer que se fuera pagandole algunas monedas, acto seguido se dirigió a la casa y observó a través de la ventana, escuchando atentamente la conversación.

- Sr. Caxton, Lady Whistledown me ha enviado aquí corriendo un gran riesgo, como sabe la reina está acechando a mi jefa, es necesario buscar un nuevo método de entrega que sea menos riesgoso para usted y para Lady Whistledown - Habló Penélope con mucha seguridad.

El caballero suspiró con cansancio- Srita. Dígale a su jefa que pensaré en una manera segura para todos de hacer el intercambio - cogio una bolsa con dinero - le aseguró que no nos descubrirán, nuestras cabezas están en riesgo tanto la de Lady Whistledown como la mía e incluso la suya jovencita. - le entregó la bolsa de dinero a Penélope quien rápidamente contó las monedas.

- Está bien, nosotras también pensaremos en algo, por ahora debemos ser muy cuidadosos - Penélope sonrió débilmente - el dinero está completo, está es el nuevo número escrito por Lady Whistledown - la peliroja le entregó un papel al caballero en las manos - hasta pronto señor caxton.

Penélope salió tranquila de la casa y se dirigió al carruaje dónde había viajado anteriormente pero al ver que no estaba dió un grito ahogado - ¡Diablos! Y ahora que hoy hacer - murmuró Penélope mientras su corazón latía a mil por horas, veía todo a su alrededor y estaba completamente oscuro y desierto, las ratas corrian de un lado a otro y algunos mendigos a los lejos la observaban fijamente como si de una presa se tratara, sabía que tenía que salir de allí pero sus piernas no respondían, estaba en completo estado de pánico sujetando la bolsa con fuerza, su cabeza giraba de un lado a otro tratando de conseguí una escapatoria una salvación, cuando de pronto sintió una mano en su hombro haciendo que la joven damicela se petrificara de miedo con voz entrecortada apenas pudo decir - llévate todo el dinero pero porfavor no me lastime.

- si te vas a asustar tanto ¿Que demonios haces aquí? - los hombros de Penélope se relajaron automáticamente al escuchar esa voz, suspiró aliviada y alzó la cabeza para observar a Colin, al ver esos ojos verdes afilados clavandola como dagas, la joven tragó saliva, el caballero estaba completamente enojado, hizo señas y un carruaje apareció frente a ellos, abrió la puerta y con voz áspera ordenó - Súbete al carruaje.

Penélope no tuvo más opción que subir al carruaje, nunca había visto a Colin tan enfadado y pensó que extrañamente su voz enojada sonaba sensual, luego de ordenar al chófer regresar al baile por el camino más largo el joven subió al carruaje y este se puso en marcha, Colin obsevaba a Penélope fijamente con esos ojos verdes que siempre la miraron con dulzura hoy la miraban con enojo y reproches. Pasaron unos minutos en completo silencio y Penélope apretaba fuertemente su falda con las manos, tragó saliva y tratanto de aparentar estar relajada habló

La Fea que te amó // Bridgerton. Where stories live. Discover now