Capítulo: 018 - No lo olvides

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A veces, las palabras eran incluso más tenaces que la más peligrosa de las armas

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A veces, las palabras eran incluso más tenaces que la más peligrosa de las armas... Difíciles de desarmar, de olvidar... Y Alexis, esa tarde pudo confirmarlo.

Luego del imprevisto inconveniente con el almuerzo familiar, las cosas prosiguieron normalmente en ese extenso salón comedor. Por más que la incomodidad se sintiese cada vez más notoria entre los dos de la punta, y el desconcierto de Alexis solo siguiera acrecentándose, entendió que hacer o decir algo al respecto acabaría arruinando más las cosas. Por lo tanto, ignorando la fisura en la cúpula de cristal donde esos dos hermanos se encontraban, el joven continuó con lo suyo, copiando a los demás.

No le picaba la lengua al admitir que su supervivencia en la tensa hora que prosiguió después se debía totalmente a la charla que lord Tréverian no desaprovechó en iniciar cuando el fuego de los rencores se vio apaciguado. Esta, repleta de bromas, cotilleo y malos chistes que le sacaron una que otra sonrisa, significaron demasiado en aquel almuerzo que, gracias a su tranquila presencia, se tornó de un sabor agridulce...

Como la tradición lo exigía, cuando el monarca se levantaba de la mesa, tanto los príncipes como los invitados estaban obligados a abandonar su comida y dejar la sala también. Por lo tanto, su abuela, ni bien terminó la entrada y el plato principal, procedió a erguirse cuan alta era para, posteriormente, retirarse del salón. Seguida de ella, los siguientes que dejaron sus alimentos fueron los hijos mayores, quienes evitaron pronunciar sonido al incorporarse, inclinarse ante los invitados, e irse del lugar.

Leslie, antes de desaparecer por el casi penumbroso pasillo, volteó de soslayo y le echó una vaga mirada a su pequeño hijo. Su gélido rostro tenía grabadas las mismas palabras que diariamente se asentaban en él: «no te preocupes». Luego de ver el asentimiento del chico, ella también se retiró.

A sabiendas de que era el siguiente, Alexis se levantó de su asiento con unas prisas ignotas. Y antes de hacer siquiera el amague de alejarse de la mesa, una mano tiró suavemente del dobladillo de su manga, haciéndolo detenerse en seco y mirar en su dirección.

Un risueño y amable rostro lo recibió.

—Nos vemos en el baile. —susurró un joven sonriente, sin despegarle la mirada de encima.

Con el corazón en la boca, el de cabellos cual nieve frunció los labios por acto reflejo y asintió, dando todo de sí por no transparentar esos descontrolados nervios que le llenaron el estómago y ahogaron su garganta.

¿Cuál era el significado del descontrol almibarado, dulce y placentero? Ni siquiera él quiso saberlo. Tal vez por vergüenza; tal vez por miedo...

¿O quizás se trataba de la rotunda negación de uno mismo?

¿O quizás se trataba de la rotunda negación de uno mismo?

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El Cordero de Ojos AmarillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora