Caught In The Middle

121 13 0
                                    

La noche había caído. Hace unas horas había llegado del negocio familiar y se había sentado en su escritorio para avanzar las tareas de la universidad, cosa que no le estaba resultando sencilla tomando en cuenta el hecho que los mosquitos querían hacer una masacre en su piel. Pasó su mano derecha por su pierna por décima vez en esa hora.

Desgraciados y hambrientos.

¿Acaso no se saciaban?

Se levantó con cuidado de no hacer ruido y empezó a guardar sus cosas. Con suerte lograba dormir bien. Algo le estaba tentando, y es que quería terminar la tarea antes de quedarse leyendo hasta la madrugada para finalmente, dormir un par de horas antes de que su tedioso padre le levantara.

Problemas de seguir siendo una mantenida.

Aunque no lo asumiría así del todo, sino que más bien estaba en deuda con sus padres, ya que aunque tuviese su propio pequeño sueldo y su par de billetes de motivación por la beca, no es como si eso le sirviese para mudarse. Con ello solo aportaba en su casa algunas veces y el resto lo guardaba, o ayudaba a su padre o, lo más común: compraba cosas para ella misma.

Caminó hacía el baño de la planta inferior, tomando la toalla que tenía a un lado en el armario y accedió al mismo para tomar una rápida ducha antes de tener su momento de aventuras. O así era como al menos le catalogaba.

Una vez fresca a causa del agua y estando en su habitación, se tapó con las mantas y tomó su celular para leer el fanfic que había encontrado esa semana. Iba apenas por la mitad, tomando en cuenta que cada capítulo tenía más de diez mil palabras.

Estaba encantada con la profundidad de la historia. De hecho, podía sentirse incluso dentro de la misma, ya que se había encariñado excesivamente con los personajes y sentía la casa del protagonista como si fuese de ella misma.

Pasó una hora y media desde que comenzó su lectura entre pataleos y risitas cuidadosas para no despertar a su hermano cuando comenzó a sentir sus párpados caer del cansancio, dejó su celular de lado para darle paso a las mantas elevadas hasta su cabeza y permitió que el cansancio se la llevase al otro lado.

Siete minutos no habían pasado desde que se despertó. Siete minutos en los que corrió por toda la condenada casa recolectando sus cosas para llevar al taller ese día, porque sí, era tedioso vivir tan lejos de donde trabajaba. Su padre apenas salía el sol comenzaba a gritar su nombre para que se despertase.

Condenado hombre.

Metió de forma desordenada su estuche, libros y laptop, regresando por el pasillo a buscar el cargador y salió a toda velocidad a la puerta, donde su padre ya estaba en el auto instándole a que se apresure o que iban a llegar tarde.

Ni siquiera pudo tomar una ducha, solo cepilló sus dientes y se hizo la misma coleta de casi todos los días con algunas hebras de cabello rebeldes haciéndola lucir como si llevaba veintitrés años sin arreglarse el pelo. Ya intentaría resolver eso más tarde al llegar, aunque sus esfuerzos parecían ser en vano.







Los días fueron tranquilos y pasaron rápido. Hoy estaba también... como siempre. Muchas personas, diversos pedidos, recibir, firmar, la misma vida de todos los días al mismo tiempo que avanzaba algunas de sus asignaciones en tiempos libres. En ese momento se encontraba mensajeando con sus amigos del colegio y riéndose por las estupideces de Jaemin cuando escuchó a alguien llegar, así que dejó rápidamente su celular de lado, puesto que se suponía que no era ético utilizarlo en las horas laborales, a lo que ella traducía, que si no había clientes sí al celular y si había adiós al dispositivo.

¡Mamá, el auto! 🦴 Mark LeeWhere stories live. Discover now