— Buenos días, chico duro — vuelve a sonreír contra mis labios — Parece que alguien se ha levantado inspirado — vuelvo a presionar mis manos en su espalda baja para sentir su erección y eso consigue sacarle una risa baja.

— Es sólo el calambre matutino, no tiene nada que ver contigo — miente.

— Claro.

— Es en serio, Ky.

— Seguro.

— Eres insoportable.

— No más que tú.

Su mano vuelve a subir por mi muslo, presiona sobre mis costillas, aunque esta vez chillo ligeramente.

— Basta, Axel — trato de salir bajo de su cuerpo cuando la risa nerviosa me invade y su mano continúa subiendo — No me gustan las cosquillas.

— Es lo que alguien con demasiadas cosquillas diría.

Chillo y río cuando sus manos se plantan sobre mis costillas haciéndome estas desagradables cosquillas, río como no recordaba haberlo hecho hace mucho, siento como el aire abandona mis pulmones mientras río y me retuerzo tratando de apartarme de sus manos y de alguna manera consigo salir bajo su cuerpo, aunque Axel me toma por una de mis muñecas y vuelve a tirar de mi cuerpo, esta vez quedo a horcadas sobre él, con mis piernas a cada lado de su cuerpo.

La risa aún brota ligeramente de mis labios cuando apoyo mi frente contra la suya y él ríe conmigo mientras sus manos vuelven a mi cintura.

— Hablaba en serio — los ojos de Axel me evalúan mientras habla de nuevo, me pierdo en ambos colores de sus ojos — Es verdad que podría acostumbrarme a esto.

— ¿No te parece que es algo rápido? — sonrío.

— No me importa.

Vuelvo a pegar mis labios a los suyos y parece que todo el tiempo se detiene, o se desvanece, no estoy segura, pero nada de eso importa, sólo es este momento, de los dos, donde todo parece sin importancia mientras Axel se aferra con sus manos a mi cintura mientras yo enrollo mis manos en su cabello y dejo caer mi peso completamente sobre su cuerpo sacándole un suspiro.

— Ky, dime un color.

Sonrío cuando entiendo a qué se refiere, el código de colores del que me habló antes.

— Verde.

Sonríe mientras pega de nuevo sus labios a los míos y sus manos comienzan a descender lentamente por mi cuerpo, pasando por mi cadera y situándose sobre las mejillas de mi trasero que aprieta con fuerza y deseo mientras maldice entre dientes cuando muevo mi cadera contra su pelvis, siento la su erección comenzar a crecer nuevamente en su pantalón mientras comienzo a frotarme contra él en un vaivén hipnótico que nos tiene a ambos jadeando.

No suelta mi trasero, se encarga de amasarlo a su antojo, como si acabara de descubrir su parte favorita de mi cuerpo.

— Dime un color.

— Verde.

Sonríe mientras comienza a desperdigar besos por la línea de mi mandíbula y bajando lentamente por mi cuello, lo siento sonreír contra mi piel cuando soy un amasijo de jadeos y maldiciones mientras continúo con mis movimientos de cadera sobre su cuerpo.

— Maldición, tesoro.

Me fascino cuando gruñe de placer cuando mis manos tiran de su cabello con fuerza y ahora soy yo la que esconde mi cabeza en su cuello, dejando una línea de besos en toda su mandíbula y bajando por su cuello lamiendo y mordiendo toda la piel expuesta que puedo, su cuerpo entero se tensa y sus manos aprietan mis muslos como si se estuviera conteniendo, como si no quisiera ser tan rudo conmigo.

Entre la TintaWhere stories live. Discover now