𝘁𝗿𝗲𝗱𝗶𝗰𝗶.

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— Vengo a ver a Jake. —la mujer alzó la vista, viendo con una ceja alzada por los malos modales de aquella pelinegra.

— Lo siento, el jefe Shim pidió que nadie lo molestará.

Karina soltó una risa de indignación, dejó caer su bolso en el escritorio de la chica y se inclinó hacia ella.

— ¿Qué no sabes quién soy? Soy la esposa de Shim Jake, así que, quieras o no pasaré. —agarró de nuevo su bolso y caminó enojada hasta la puerta de la oficina de Shim.

— Señora, no debe pasar. —la chica preocupada por ser regañada por su jefe se apresuró a seguir a la pelinegra, tratando de detenerla.

Karina esquivó todos los agarres de la secretaría abriendo finalmente la puerta, encontrándose con una asquerosa escena para sus ojos.

Jake estaba sentado en su silla detrás del escritorio, Sunghoon también se encontraba ahí, sentado frente a él, ambos riendo y disfrutando de la comida que Park le había llevado a su mayor.

Toda esa burbuja de felicidad se vio interrumpida por la puerta siendo bruscamente abierta. Jake se puso de pie, viendo enojado a la mujer.

— J-Jefe Shim, de verdad trate de detenerla, de verdad lo intente. —el rubio pasó su mirada a su secretaria que se miraba tan asustada.

— Lily, no pasa nada, regresa a tu lugar de trabajo. —la chica asintió, atacando rápidamente la orden.

— ¿Interrumpí tu velada romántica, Shim? —preguntó sarcásticamente la femenina.

— La verdad es que sí, al ver tu cara de culo ya hasta me dio ganas de vomitar la comida. —respondió Sunghoon, recibiendo una mirada de furia por parte de la mayor.

— A ti no te estaba hablando, niño.

— Ya basta, ¿qué haces en mi oficina? —preguntó Jake, cruzándose de brazos.

La mujer sacó de su bolso un sobre blanco, uno que Jake reconoció de inmediato.

— Te traje el maldito papel firmado. —lanzó el papel al escritorio, Shim sonrió, abriendo el sobre para confirmar lo dicho.

— Que bueno que decidiste el camino fácil, Karina.

— Una mierda, solo venía a eso, no quiero nada tuyo si lo preguntas, me das asco. —hizo un gesto de desagrado, acomodando su bolso de nuevo en su hombro, lista para salir.

— Igual no te correspondía nada, mis bienes son separados, te quedarías sin nada igual. —se encogió de hombros, doblando con cuidado el papel de aquella carta que salvaría su vida.

La pelinegra casi echó humo por las orejas, sus mejillas estaban rojas por el coraje que estaba conteniendo.

— Algún día te regresarán toda la mierda que hiciste. —y sin más salió de aquella oficina, empujando a los empleados que se encontraban en el pasillo estorbando su camino.

Sunghoon quien se mantuvo en silencio observando aquella entretenida escena soltó una risa, atrayendo la atención del rubio.

— ¿Tú de qué te ríes? —preguntó acusadoramente.

— En lo bien que la dejas sin palabras, pobrecita, esperemos le vaya bien en la vida. —lo último lo soltó con sarcasmo, haciendo reír a Jake.

— Olvidemos está interrupción y sigamos comiendo, que lindo de tu parte traerme comida.

— Así me traes, Shim.

— Mandilón, Sunghoonie. —el mencionado rió, asintiendo a sus palabras.

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