- Cabrón -me quejé -. Tío te tengo que dejar, tengo que afrontar un duro marrón en cuanto se despierte, nos vemos esta noche y si no, mañana.

- Acuérdate de decirle que quiero verla -me recordó.

- Eso haré, adiós.

Colgué el teléfono y lo dejé sobre el lavado, coloqué ambas manos en el filo y me miré al espejo en busca de algo que me diera indicios de lo que sucedió. Tenía un dolor de cabeza horrible, no recuerdo haber bebido tanto, todo se volvió borroso, pero en mi mente solo visualizaba su cuerpo restregándose contra mí. Me eché un poco de agua en la cara para despejarme y al salir me puse unos boxers. Gala estaba mirando el móvil, parecía estar tranquila y eso me preocupó.

- Buenos días -mi voz la asustó.

Se giró rápidamente y al verme a mí se tapó con la sábana. Cerró los ojos y apretó los labios. No se había dado cuenta de que no estaba en su habitación. Genial, pensé de forma irónica. Gala me miró, no supe descifrar que estaba pasando por su cabeza. Ella era una persona muy impredecible, un día podía reaccionar bien y al otro mal. Nunca supe por donde iba a salir y aquel día temí por todo.

- No me acuerdo de nada -dijo confusa -. ¿Hemos follado? -preguntó mordiéndose las uñas.

- No lo sé -agaché la mirada al suelo y vi toda la ropa desperdigada -. Todo apunta a que sí.

- Joder - se tapó la cara con las manos -. Lo último que recuerdo fue salir a ver los fuegos artificiales y luego besarnos.

- Espera, ¿tú y yo nos comimos anoche la boca? -pregunté confundido, ella asintió con la cabeza apagándose la cara -. No tenía constancia de eso.

- Fue culpa de ese maldito juego que propuso Nil, ahí fue cuando empezamos a beber sin mesura.

- ¿Por qué tú sí que te acuerdas y yo no? -me hice el indignado.

- La edad, Mihail, la edad -suspiró agobiada.

- ¿Estás bien? -me interesé, ella negó con la cabeza.

- Le he puesto los cuernos a Álvaro y lo peor es que no me acuerdo de nada, solo de aquel beso -resopló resignada.

Respiró hondo, aguantando las lágrimas, se levantó de la cama, con la sábana enrollada al cuerpo, y se encerró en el aseo. Negué con la cabeza y me senté en el borde de la cama. Verla mal me afectaba, pero más me frustraba ver como su reacción me dejó descolocado. Yo solo quería lo mejor para ella, por mucho que quisiera alejarme, no podía. Había algo me mantenía atado y por mucho que quisiera guardar las distancias siempre acababa buscándola.

Todos estos meses atrás no fueron fáciles, sentía que sin ella estaba bien, pero lo cierto fue que lejos de la realidad estaba tratando de ignorar todo lo que tuviera que ver con ella. Fue duro, muy duro seguir sin su presencia, pero antes miré por mí y por lo que me convenía. Me equivoqué al pedirle tiempo, me equivoqué al tratarla tan mal, pero era la única solución para poder continuar sin acabar mandándolo todo a la mierda. Lo de Miki me afectó tanto que hubo días en los que no quise saber nada de nadie, me encerraba en mi habitación y no salía, huía de todo y de todos intentando aceptar aquella realidad. Me mudé para estar más cerca de los míos, a un pequeño piso que en cuanto lo vi supe que tenía que ser mío. Volví cerca de mi familia con el único propósito de no sentirme tan solo, quería volver a recuperar mi vida, ser yo en mi plena esencia. Nunca fui de abrirme a las personas, me lo guardaba todo para mí hasta que un día exploté y me vacié. Fue mi sobrino el que tuvo que aguantarme y ahí fue cuando comprendí que las personas de mi alrededor no tenían la culpa y que no tenía porque alejarlas. Volví a Barcelona con el único propósito de verla a ella y me acabé llevando una de las mayores hostias de mi vida. Jamás imaginé que ella había rehecho su vida, intenté por todos los medios olvidarme, pero fue imposible. Y cuando me decidí y fui a buscarla todo cambió, ella aparentemente era feliz con otro.

Cúrame ▪︎ MISHO AMOLIWhere stories live. Discover now