Capítulo 04: La humillación

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Pero un simple comentario de uno de los chicos del pasillo me detuvo.

—¿Todavía lo haces gratis, muñeca?

Me giré hacia él desafiante.

—¿Qué has dicho?

Fue lo único que pude pronunciar antes de ver a Axel detrás de ellos mirando la escena.

Así que no perdí más mi tiempo e ignoré aquel comentario saliendo de ese lugar.

Al llegar a la casa de mi mejor amiga, junto al inservible, Heinrich se encontraba saliendo de la cocina con una taza de té en sus manos. Al verme entrar por la puerta, frunció el ceño acomodando sus gafas.

—Vaya, llegaste más temprano de lo que creí.

—Si, pues gracias a tu maravillosa idea, tu sobrino terminó arruinando mi noche —fue lo que dije antes de dirigirme a la habitación de Kristie, pero a lo lejos pude escuchar perfectamente el comentario de Axel.

—Si, tío, gracias a tu maravillosa idea, terminé cuidando toda la noche de una chica, ¡que solo sabe causar problemas!

Cerré la puerta de la habitación observando a mi mejor amiga que yacía dormida en su cama.

Apenas era medianoche, primera vez que me vengo tan temprano. Ni siquiera estaba borracha.

Que desperdicio de outfit.

Me dirigí a su baño para quitarme el maquillaje, lavé mi rostro y recogí mi cabello en un moño.

Me quité los zapatos y la ropa la tiré en el escritorio de Krist. Me coloqué una de mis camisetas gigantes que había dejado aquí hace un tiempo y le robé unos shorts de pijama para hacerme un espacio en su cama.

Kristie tenía el sueño profundo, así que me acomodé a su lado y la abracé hasta quedarme dormida.

Al día siguiente, me di cuenta que tenía un mensaje de Avery. Era una foto de ella en la sala de partos con la bebé recién nacida en sus brazos.


Buenos días, tía Morgan.


Por un momento sonreí como tonta, que pequeña se veía.


¿Al final cuál nombre decidiste colocarle?


Envié el mensaje levantándome de la cama. Kristie seguía durmiendo y por un momento, deseé tener el sueño tan pesado como el de ella. Se dormía dónde sea, a la hora que sea, y como sea.

Lo cual claramente no era mi caso.

Me acosté a la una de la madrugada y me levanté a las putas siete de la mañana.

Me dirigí al baño para lavarme los dientes, era claro que no volvería a dormir. Lavé mi rostro con agua fría y luego me dirigí a la cocina para prepararme algo para desayunar.

La cocina no era mi fuerte, en lo absoluto. Todo lo que toco está dispuesto a quemarse, pero el hambre me ganaba.

Abrí el frigorífico viendo qué tanto había en esta casa, pero yo era un gran problema para la comida porque no comía casi nada.

Mi móvil sonó nuevamente y la pantalla se encendió con un nuevo mensaje de Avery.


Te presento a Emery Adeline Müller Jones, tu sobrina.


Reí por lo bajo completamente enamorada de esa niña.

—¿Con quién hablas que tienes esa sonrisa de estúpida enamorada?

Lo que nunca tuvimos [#2]Where stories live. Discover now