| 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕴 |

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—¿Entonces se lo merecía, o no? — su maestro de Lógica persiguió con la mirada a cada uno de sus compañeros, y con los ojos adustos se meció hacia delante y volvió a preguntar: —¿Se lo merecía? —

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¿Entonces se lo merecía, o no? su maestro de Lógica persiguió con la mirada a cada uno de sus compañeros, y con los ojos adustos se meció hacia delante y volvió a preguntar: ¿Se lo merecía?

Si respondieron algunos atrevidos. Pero ninguno con la fuerza suficiente para que se escuchara hasta atrás.

¿Qué define el hecho de que se lo mereciera, la justicia?

Lo observó darse la vuelta, esperando a que alguno de sus compañeros hablara: solo era cuestión de que ese clima bochornoso se despidiera del salón y les permitiera volver a recompensar la fatiga.

Si, es la justicia atinó a decir.

Muchos no reaccionaron a aquel comentario, viniendo de él, el último chico de la última fila, no esperaban ni siquiera que se llegase a escuchar hasta la otra punta del salón.

¿Quién dijo eso? preguntó el maestro, no antes de destapar el marcador y escribir su nombre en el tablero.

"Austria. Berthold J. M."

Yo inseguro, agregó —Me llamo México —

—Bien, México. ¿Para usted qué es la justicia? —

—Bueno... — pensó.

Y no se dio cuenta que lo pensó mucho, porque al regresar sobre sí, en la pizarra ya estaban anotadas las ocho letras de la palabra. —Es darle a cada uno lo que se merece —

—Sin querer dijo un principio del derecho —

No respondió. Pero aquel silencio le dio la oportunidad al hombre de volver a preguntarle: —¿Usted cree en la justicia, joven México? —

—Por supuesto que sí —

—Pero entonces, si cree en ella y cree que en este caso se debió aplicar la justicia, ¿Por qué no dársela a él también? —

Era muy pronto para hablar demasiado, además, era ya un flanco de visión para todos los ojos amotinados en esas 34 butacas. Esa esquina arrinconada era muy engañosa, su conciencia le prometió evasivamente que estaría mejor ahí, en vez de la primera fila, donde quedaban dos lugares. Tal vez su padre se hubiese enfadado si le dijera que el pánico y el aislamiento le ganaron sobre sus ganas de estudiar.

—Porque él fue quien cometió el delito, ¿no? —

—Es pregunta o es afirmación —

—...Afirmación —

El maestro prolongó un silencio superfluo, casi innecesario para acaparar un pensamiento que a él se le hizo eterno, porque lo dejaba en el limbo de; ¿Había dado una respuesta incorrecta, o correcta?

|| 𝕻𝖎𝖊𝖗𝖓𝖆𝖘 𝖉𝖊 𝖆𝖑𝖆𝖇𝖆𝖘𝖙𝖗𝖔|| RusmexWhere stories live. Discover now