| 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕴𝕴 |

101 17 1
                                    

El camino fue largo y él solo quería llegar a su cama

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El camino fue largo y él solo quería llegar a su cama. 

No regresó tan tarde, pero no quedaba nada de reserva para hacer la tarea, ni para comer y ni siquiera para bañarse; veía el techo y sentía que la cama daba vueltas, que su almohada se expandía debajo de su cabeza y que el foco se oscurecía a la par de sus fatigados ojos. Apenas quiso cubrirse con las sábanas sintió un violento tirón en uno de sus músculos abdominales, y se retorció como un perro. 

Su papá aún no llegaba y el silencio se hizo presente. 

Antes bien, no terminó del todo destruido: al menos le quedó esa molesta experiencia después de haber hecho el ridículo en las vallas; cayéndose de espaldas al saltar la última, y con un moretón que le llegaba del omoplato hasta la cintura. Nadie le había advertido que saltar con calcetines iba a ser un reto que le permitiese ser un buen candidato para ballas. 

Zinbrón, o bien, España, le había puesto el ojo después del aquel accidente. El maestro era ya un provecto experimentado que había llevado a olímpicos a 21 chicos en 20 años; 47 a clasificaciones internacionales, más de 70 a nacionales, casi 129 a estatales y la mayoría regresaban condecorados en bronce, plata y el deseado oro que muy pocos obtuvieron. Por supuesto que había otros grupos, pero Zinbrón era la pepita dorada, el maestro más importante que tenía la matrícula deportiva de la universidad. 

Y todo eso, más los 81 años que cumplía en un mes, le habían formado un carácter difícil, determinado y estricto. Más temperamento que carácter, cabe destacar. 

—¡Hijo, ya llegué! — de pronto, sin percatarse que ya habían abierto la puerta de su habitación, entró su papá. 

—Que bueno pa' — murmuró sin muchas ganas de esforzarse en hablar. 

Ouch, te escuchas cansado, ¿Apenas acabas de llegar? ¿Por qué? —

—Atletismo — respondió simplón. 

—¡Excelente! sí que aprovechaste tu día — se sentó a lado del chico, casi en la esquina de la cama —¿Cómo te fue? — 

—Horrible: no hice ningún amigo, llegué tarde a mi primera clase ¡ni siquiera llegué!, la segunda estuvo de hueva y ya no pude alcanzar buen lugar para escuchar —

—Entonces que hiciste después de que te dejé — 

—No sabía que debías tener credencial para entrar. Y yo no la tenía, pero lo curioso fue que me encontré con una chica de diseño a la que acompañé para imprimir una cosa toda innecesaria llamada tira de materias — se limpió un hilo de baba que le salió de la boca. Adormilado ni siquiera era consciente de lo que su cuerpo hacía. 

—Ya veo, ¿Y atletismo? eso si es una sorpresa— 

En esa pregunta su cuerpo pareció estremecerse; un poquito a la izquierda otro poco a la derecha, menos que antes pero igual de irritante. 

|| 𝕻𝖎𝖊𝖗𝖓𝖆𝖘 𝖉𝖊 𝖆𝖑𝖆𝖇𝖆𝖘𝖙𝖗𝖔|| RusmexWhere stories live. Discover now