Capítulo 4

181 25 5
                                    


El sol brilla en lo alto del cielo cuando Alejandro y yo nos preparamos para el esperado encuentro con sus padres. A pesar de la belleza del día, mis emociones fluctúan entre la ansiedad y la emoción. Alejandro, vestido con una camisa blanca y pantalones color beige, me lanza una mirada tranquilizadora mientras ajusto mi vestido floreado.

—¿Segura que estás lista para esto? —pregunta con una sonrisa.

—Supongo que sí. Aunque no puedo evitar sentir un nudo en el estómago y creo que en cualquier momento vomito —confieso, tratando de ocultar mi nerviosismo.

Alejandro se acerca y toma mi mano por un segundo, soltando una carcajada.

—No te preocupes, voy a estar con vos todo el tiempo. Solo relajate y tratá de disfrutar de la experiencia. Mis padres son amables, te vas a llevar bien con ellos, solo son pesados conmigo. Además, me imagino que ya conociste a suegros antes, ¿no?

Recordar eso me provoca escalofríos y más náuseas. Él vuelve a reír al ver mi expresión.

—Va a estar todo bien, son un par de horas nada más. ¿Vamos?

Asiento con determinación, sintiendo una mezcla de aprensión y entusiasmo por lo que está por venir. Juntos, salimos del departamento y nos dirigimos hacia una encantadora casa de playa donde supuestamente residen los padres de Alejandro.

La casa es espectacular, con grandes ventanas que ofrecen vistas panorámicas del océano. Nos recibe una brisa fresca que parece calmarme un poco los nervios. Alejandro toma mi mano suavemente y entrelaza sus dedos con los míos mientras nos acercamos a la puerta principal. Se me hace tan rara la situación de estar dándole la mano a mi jefe que siento que estoy soñando.

—Acordate, solo somos una pareja de recién casados disfrutando de nuestra luna de miel —me susurra, tratando de tranquilizarme.

Doy una breve asentación y respiro profundamente antes de tocar el timbre. Los segundos se sienten como una eternidad antes de que la puerta se abra y nos reciba una mujer elegante de cabello plateado y sonrisa cálida. Supongo que es la madre de Alejandro.

—¡Ay, cariño! ¡Por fin llegaron! —exclama, abrazando a Alejandro con cariño y fuerza.

Alejandro la abraza de vuelta con algo de incomodidad y luego se gira hacia mí, presentándome con una sonrisa. Un hombre casi idéntico a él, pero con más arrugas, aparece detrás de su madre.

—Mamá, papá, les presento a mi esposa, Isabel.

Los ojos de la mujer se iluminan mientras me examina con interés. Me siento un poco incómoda bajo su mirada, pero trato de mantener una sonrisa amable.

—Un placer conocerte, Isabel. Soy María, la madre de Alejandro —dice, estrechando mi mano con amabilidad.

—Y yo soy Carlos, su padre. Bienvenida a nuestra casa —agrega su padre, extendiendo su mano.

Saludo a ambos con una sonrisa y nos dirigimos al interior de la casa, es bastante parecida a la nuestra, solo con otros colores y diferentes muebles. Mi suegro falso me mira con curiosidad y pregunta:

—Por cierto, Ale, ¿qué pasó con Renata? Si mal no recuerdo, así es como la llamabas en la última llamada familiar.

Alejandro intercambia una mirada rápida conmigo antes de responder.

—Bueno, papá, Renata es su segundo nombre. Prefiere que la llamen Isabel, así que decidimos usar ese nombre a partir de ahora. Es un detalle relevante, creo, pero olvidé decírselos.

Luna de miel por contratoWhere stories live. Discover now