El día anterior había sido difícil, al menos para Spreen, casí moría una vez y el día anterior casi moría de nuevo.
Pero nada más relajante que un café, Spreen bajo a la cocina mientras Juan "dormia" al menos eso pensaba el.
—Wacho que día de mierda –No estaba hablando con nadie, más que con puerco araña y pelusa, ya saben la esquizo.
Se preparo su café, tranquilamente y aún adormilado, cuando de pronto sintió una respiración muy cerca de él, y no sólo eso, también unas manos que rodeaban sus cintura.
Spreen, estaba confundido, ¿será que pelusa se convirtió en humano y lo estaba abrazando?
"Si no me mueve no me ve" pensó al no encontrar respuesta de quien era.
—¿Pelusa?
—¿Como que pelusa hijo de puta? –Preguntó ofendido.
—¿Juan?
—Si daah.
—Ahh, wacho me asustaste.
—¿Por qué?
—No se.
—¿Te gusta mi presencia? –Dijo Juan acercándose más a el intentando ponerlo nervioso.
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Spreen sabía lo que pasaba, tenía una forma de poner a Juan aún más nervioso así que no dudo en usarla, aún que no iba a negar que si se había puesto nervioso.
—No lo se, ¿Te gusta la mía? –Pregunto volteandose hacía Juan arrinconandolo, dejándolo sin escapatoria.
Sus caras estaban muy muy juntas, y no era un secreto que Juan se puso peor que tomate.
Aún así Juan no se iba a dejar ganar.
—Aveces, cuando no estas hable y hable. –Dijo poniendo una mano en su cara y con la otra acercó más el cuerpo de spreen.
—Creí que te gustaba que hablara. –Spreen ahora tocaba los labios de Juan con delicadeza.
El ambiente cada vez era más caliente, ambos cada vez más rojos y nerviosos, pero no se iban a dejar ganar.
—¿Y quien dijo lo contrario? –Juan tomó la mano de spreen entrelazandola.
—¿Y quien dijo que si, corazón?
Spreen fue cortando aún más la distancia entre sus labios casi rozandolos.
—Ya wey quítate a la verga.
Juan empujó a Spreen llendo rápidamente a la sala.
Juan no pudo más, era una banda amigo.
Spreen solto una carcajada al ver la reacción de Juan.
—¡Ja! ¡Te gane hijo de puta!
—¡Callate pendejo!
—Yo jamas pierdo.
Spreen fue hacía donde estaba Juan.
—Algún día, algún día te voy a ganar.
—Sigue soñando pelotudito.
—Ya vete.
—Bien, me voy a tomar mi café tranquilamente como buen ganador que soy.
Spreen se fue tranquilamente a tomar su café hasta que reflexiono yodo lo que había pasado.
Juan pronto iba a estar en su celo, no podía dejarse llevar, pero esque ahhh, el era tan adorable, y no seguiré el juego era como rechazar 1 millón de dólares.
Igual nisiquiera podía ser muy fuerte, no había nada de que preocuparse.
Dejo un rato sus pensamientos para decidir que hoy tomaría el sol, solo un rato pero no importa.
Salió de la casa convirtiendose en oso, y se acomodo en el árbol de cerezos que estaba afuera, sin duda su lugar preferido.
No entendía como, pero definitivamente el jardín de Juan era la parte más bonita de todo tortillaland.
Bonita vista, buen clima, buena vegetación.
Era perfecto para revolcarse en el pasto tan agradable que había hay.
Si, pero no lo haría.
Bueno.. no sería tan malo.
No, no nono.
Y bueno, su animal interno le ganó, y se acostó en el pasto dando vueltas de allá para acá.
Hasta que escucho un sonido, ese sonido que hacían las cámaras al tomar una foto.
—Mierda, malditos celulares de Japón.
Juan se acercó al oso sentándose junto a él.
—Perdon, te veías muy agradable, y pues foto pal recuerdo.
El oso se levantó del piso.
Tomo a Juan abrazándolo.
Juan esperaba que le pegara o algo asi.
—Llego mi hora.
Pero en vez de eso, el oso solo lo abrazo y ya.
—Andas de osito catiñosito ehh.
El oso lo solto al escuchar eso.
—Esta bien, creo que por hoy te mereces un poco de miel.
El oso se emociono al escuchar eso, Juan casi no lo dejaba comer miel pq lo alteraba.
—Peroo, cuando te conviertas en humano de nuevo.
El oso asintió moviendo su cabeza de arriba hacia abajo.
—Bien, anda para la casa, que ya te quedan 8 minutos.
Spreen y Juan se metieron a la casa.
Pasaron los 8 minutos y Spreen regreso a su forma humana.
—Wacho, paga.
—Ya, ya voy.
Spreen no podía agarrar la miel por que Juan la ocultaba muy bien de él, pero obvio cuando Spreen la encontraba no dudaba ni un segundo en comerla.
—Gracias wacho.
—Sabes que te pueden salir caries por comer tanta miel?
—Me chupa la pija.
—Bueno, yo no pagaré el dentista.
—No te preocupes, yo lo pagaré.
—Aveces se me olvida que eres casi millonario.
—No soy millonario.
—Claro, si tu lo dices.
—Bueno si, pero igual no se en que gastar mi dinero.
—Claro, yo creo que toda la gente que tiene dinero no sabe que hacer con el.
