—¿Decepcionarte, yo?

Chasquea la lengua.

—Hasta ahora, no lo haz hecho.

—Observa bien en quién dejas caer tus expectativas.

Susurra, Anh.

Una sonrisa se formó en sus labios.

—He elegido bien. Siempre lo hago.

Le guiña el ojo, antes de alejarse con cautela.

—En el receso, ¿Te parece bien?

Agrega.

—¿Crees que sacrificaré mi descanso entre clases para aturdir mi cerebro con números?

Se encogió de hombros.

—Tampoco haces gran cosa. La mayoría del tiempo te sientas sola en algún rincón abandonado sin hablar con nadie. ¿Eso es lo que te duele tanto?

Ella gruñé.

—¿Y tú vas a sacrificar las entrevistas con tu club de fans por unas clases? Pensé que valorabas la fama.

Una de las comisuras de su labio se eleva.

—¿Celosa?

—Para nada, la soledad no buscará apuñalarme, no necesito tener cautela con cada palabra y mínimo gesto.

—¿Crees que yo lo hago?

—¿Limitarte para encajar? Es probable. ¿No todos lo hacemos, incluso de forma insconciente buscando aprobación? ¿No obtenemos esa validación y atención de la que tantos estamos sedientos siendo alguien ejemplar?

Su expresión atrevida flaquea.

—Atención y validación. ¿Es eso lo que buscas?

Y la máscara se vuelve a derrumbar por completo.

—¿No será un reflejo de ti, Ana?

Una sonrisa se extiende por los labios de Anh.

—¿Es esa tu respuesta para todo? ¿No estás tú reflejando tu entorno?

Pestañea varias veces.

—Mi respuesta para todo es la lógica, ¿La tuya?

Desvía el tema. Y Anh lo nota de inmediato.

—La poesía, los sentimientos regulados con madurez y el conocimiento.

Responde, sin entender la razón de por qué le sigue el juego.

—Pensé que tus preferencias por filosofía eran obvias.

Una risa escapa de sus labios.

—No afirmo ni niego nada.

Sus ojos vuelven a buscar los de Ana y una chispa de emoción los atraviesa.

—Te veo en el receso

______________________________

Anh observa a Josh desde lejos. El chico se encuentra buscando a alguien—es probable que a ella—mientras Anh se refugia detrás de una columna. Pierde al castaño de vista y se sienta en el suelo. Respira hondo y permite que su mirada se pierda en el cielo. Para cuando el castaño la encuentre ya el receso habrá terminado, y planea repetir esa rutina hasta que Josh se canse y se rinda con la idea de ayudarla.

Se supone que la desesperada debería ser ella, después de todo, ya dos exámenes han tenido resultados tan decepcionantes que cada vez que visualiza el número le dan ganas de llorar.

Colisión Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz