XI-Placeres ocultos

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CAPÍTULO XI- P L A C E R E S    O C U L T O S

Antes de empezar, aviso importante: este capítulo (como podréis imaginaros viendo el título) contiene alto contenido sexual +18. Leed bajo vuestra responsabilidad. 

***

La comida estaba intacta en su plato. La miraba, pero era incapaz de verla. Los niños hablaban a su alrededor, reían y bromeaban, pero él no los oía. El vacío que sentía en su interior parecía haberse filtrado también al exterior, y ahora parecía rodearlo, aislándolo de todo lo demás.

Ray estaba sentado a unas sillas de distancia. Trataba de conectar con Jasper, pero el rubio constantemente rechazaba sus miradas. Había perdido el apetito, pero se obligó a comer, y, en cuanto acabó de recoger su plato, huyó del comedor.

En ese momento, sólo deseaba desaparecer. Sabía que de nada le serviría esconderse, pues el verdadero enemigo se encontraba en su interior, desatando una guerra contra sí mismo. Dio vueltas por la casa, hasta que acabó pasando por la habitación, y, agarrando su cuaderno, se escondió en el sótano del orfanato.

Algo le pesaba en el pecho. Algo que no comprendía, y que por tanto no sabía expresar. Se sentía tan frustrado consigo mismo que quiso gritar, pero, por razones obvias, no lo hizo. Golpeó el saco varias veces, pero el dolor en los puños, en lugar de aliviar su malestar interior, sólo le hizo sentir peor. Secándose las lágrimas que salían de sus ojos y el sudor que le bajaba por la frente, se sentó en el polvoriento suelo y cogió el cuaderno, empezando a garabatear. Era incapaz de saber qué palabras le ayudarían a sentirse mejor. Últimamente, ni siquiera escribir le aliviaba, y, causa de eso, las últimas hojas de su cuaderno estaban conformadas sólo por borrones de lápiz y tinta sin significado alguno.

Al cabo de un tiempo, pudieron ser minutos u horas, él no estaba demasiado seguro, la puerta se abrió. Jasper tenía la mirada clavada en el suelo, pero aun así supo quién había entrado. Entonces la puerta se volvió a cerrar, dando lugar a unas pisadas que se acercaron lentamente, dudosas.

- ¿He hecho algo para enojarte?- suspiró al fin con voz grave, al ver que el rubio no le miraba.

Jasper alzó la cabeza, pero en cuanto sus ojos captaron los oscuros de Ray, volvió a bajarla, sacudiéndola.

- Qué va- se defendió él, soltando la mentira más obvia que nunca hubiese dicho.- ¿Por qué lo dices?

- Porque te estás comportando muy raro, y ahora estás escondido en el sótano. No sabes lo que me ha costado dar contigo- suspiró Ray, y al ver que el rubio seguía sin enfrentarlo, lo cogió por la barbilla y con suavidad se la alzó, provocando que el más pequeño temblase.- Dime qué te pasa, por favor.

Aquella posición había hecho que los rostros de ambos estuviesen muy cerca, y Jasper no podía concentrarse. Sus ojos habían captado los labios del muchacho, esos que besaron su frente aquella noche bajo la hermosa luna. La mano del mayor de ellos seguía en la barbilla de Jasper, y el contacto le enviaba ráfagas de electricidad por todo el cuerpo, haciéndole prácticamente imposible contener sus temblores.

- No es nada. Me gusta venir aquí- musitó al fin, con dos necesidades enfrentadas; deseaba separarse, alejarse de él, y que aquella sensación tortuosa desapareciese pero, a su vez, su cuerpo lo empujaba a acercarse más, a buscar sus finas manos, a tocar su cuerpo.

- Jasper...- Ray lo agarró más fuerte al ver que el rubio trataba de alejarse, y este soltó un jadeo desesperado, echándose hacia atrás.

- No hagas eso, por favor- le pidió en voz muy baja, notando que sus ojos se humedecían. No quería llorar, no en frente de él. No quería que pensase que era un crío estúpido, ni que descubriese que en realidad se sentía tan destrozado por las palabras que el muchacho había pronunciado. 'Somos amigos'.

ORPHAN [amor homosexual]Where stories live. Discover now