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Parte 1: Conchata

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Parte 1: Conchata.

Saliendo de clases, Peter había armado otra sesión de estudio en casa de Miguel, sentados uno frente al otro en la cama individual. Cuando Peter levantó la vista de su libro de texto, no pudo evitar fijarse en, a su criterio, lo guapo que estaba Miguel en ese momento.

Miguel tenía el pelo negro un poco despeinado, cayéndole suavemente sobre la frente. Sus ojos oscuros estaban fijos en la página, con una ligera arruga entre las cejas. La mirada de Peter bajó hasta los labios de Miguel entonces, carnosos y oscuros. Recordó cómo se sentían esos labios contra los suyos.
Luego, los ojos de Peter se posaron en las manos de Miguel, fuertes y capaces mientras sostenían su bolígrafo. Peter había sentido esas manos sujetarlo con suavidad, con seguridad, y una oleada de afecto lo invadió junto a unas inmensas ganas de correr a besarlo.

Mientras Peter miraba, ensimismado, Miguel se detuvo y levantó la vista, captando su mirada. Peter se dió cuenta de repente de que llevaba quién sabe cuánto tiempo mirándolo, y un profundo rubor se extendió por sus mejillas.

──¿Estás bien?── Miguel sonrió de lado.

──Lo siento... Me distraje── Peter bajó la mirada tímidamente.

──Eso veo.

Peter se atrevió a tomarlo de las manos después, ambos tan absortos en el otro que no se dieron cuenta de la puerta que se abría lentamente.

Gabriel, el hermano pequeño de Miguel, de seis años, se asomó a la habitación. Al ver a su hermano mayor cogido de la mano de Peter, soltó un grito ahogado qué hizo a ambos adolescentes dar un respingo:

──¡Miguel tiene novio!

Miguel soltó la mano de Peter y la cara se le puso roja hasta las orejas.

──¡Chamaco! Fuera de aquí, ¿¡Cuántas veces te he dicho que no puedes entrar a mi habitación a menos que alguien esté sangrando o muriendo!?── gritó. Pero su hermano no escuchaba. El chiquillo entró en la habitación con las manos en las cintura y se trepó a la cama.

──¡Lo sabía!── declaró, dando saltitos en la cama y cantando novio, novio una y otra vez.

Peter no pudo evitar una risita ante la vergüenza de su novio. Miguel le lanzó una mirada que decía ¡no estás ayudando! antes de volverse hacia su hermano.

──¡Ya basta!── dijo Miguel con severidad. ──Sal ahora mismo── Cargó a Gabriel con facilidad, luego trató de sacarlo al pasillo, pero el niño se aferró a sus piernas.

──¿Sabe mami que tienes novio?── preguntó Gabriel inocentemente. Miguel suspiró hondo y cerró los ojos.

──No, y tú tampoco se lo vas a decir, ¿de acuerdo?

𝘠𝘖𝘜𝘕𝘎 𝘏𝘌𝘈𝘙𝘛𝘚, 𝘖𝘓𝘋 𝘚𝘖𝘜𝘓𝘚 | ParkHaraDove le storie prendono vita. Scoprilo ora