Capítulo 6.- Brunilda

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Nota: A pesar de ser una saga que he concebido y construido desde hace  11 años, quiero agradecer a Qraion por no sólo ser una gran fuente de inspiración, sino una colaboradora que me ha permitido usar alguno de sus personajes. En este caso, Marín, quien tendrá más apariciones además de la mención que se le hace en este capítulo.

Saben, me causa un poco de gracia esas historias donde adolescentes deben portarse como adultos, y salvar al mundo.

Lo que ellos tienen no es madurez, son traumas. Aunque bueno, a veces nosotros proyectamos nuestro adultocentrismo en los protagonistas. Hacemos que actúen como queremos que sean, olvidando que apenas son pequeños seres en formación.

Lo que me recuerda qué, Neo viene diciéndolo desde el primer libro, esto es algo que los adultos deben solucionar. Al final, ellos lo provocaron, aunque... ¿qué tan confiables son?

Los niños pelean por la libertad, los adultos por el control. Esto será repulsivo.

Asgard está en un extremo del nuevo continente, donde los ecosistemas de Eurasia crecen en todo su esplendor. Rodeado de montañas nevadas, que contornean los prados, y adornan los bosques. Hermoso, pero demasiado hostil en la historia humana, porque parecía el hogar ideal para gigantes y, por ende, fácil de invadir si ellos se enteraban de la nueva ubicación de los Dioses, sobre todo, del Valhala, el comedor de los guerreros.

Sin embargo, la frontera estaba custodiada por una tierra que pocos conocían su nombre. Vingolf, cuartel de las Valkirias, que se erguía no sólo en un largo muro que encerraba un denso bosque, sino que también se alzaba un enorme árbol, que no era tan grande como Yggdrasil, sí era lo suficiente para albergar no sólo a estas guerreras, sino también las almas de los caídos en batalla.

Odín cabalgaba, preparando su regreso, y así solicitar una reunión con los altos mandos. Estaba ¿asustado? Sí, así podría describirse la forma en que su corazón latía, y su mente se llenaba de tantos finales trágicos. No quería que los tres inviernos llegaran, no quería que nadie de su gente muriese, pero, sobre todo, no quería encontrarse con su final.

Un águila sobrevoló su cabeza. El hombre se vio en la obligación de detener sus pensamientos, y su caballo.

Era lógico, fue lo que pensó. Los animales que custodiaban las raíces, tallo y copa del árbol de la vida —Yggdrasil—, tuvieron que buscar otro hogar, y al parecer el ave había encontrado refugio con las guerreras, mismo que soltó un gañido dando aviso a su ave mensajera.

Así es, un halcón de nombre Vedrfölnir, alzó vuelo de entre los ojos del ese titán, e ir con Brunilda, líder de las Valkirias.

—¿Odín está cerca? —Una voz femenina, pero gruesa se dirigió a Vedrfölnir.

El halcón había llegado a lo más alto de la copa, en una plataforma donde estaba su líder, posándose en su hombro, y darle detalles.

—Denle la bienvenida a Padre de todo —ordenó Brunilda, con esa áspera voz que la hacía inconfundible entre el ejército que lideraba.

Las mujeres que le servían asintieron con un marcado ademán, llevando sus manos a las poleas que abrirían la gran entrada.

Brunilda, como mano derecha de Frigga en Vingolf, estaba agobiada por los recién sucesos. Demasiados muertos, demandas, y ahora, una desdibujada línea entre fronteras que entorpecía la comunicación entre reinos, junto con el transporte, pues al ver que Odín llegaba sobre su caballo Sleipnir, le hacía pensar que Heimdall ya no tenía la capacidad de ser el "chofer" personal de Padre de Todo.

—Brunilda, necesito que dejen la frontera —ordenó Odín una vez entró. Se oía bastante agitado.

La mujer bajaba con tranquilidad de una especie de tranvía. El interior del árbol era tan grande que las chicas debían ingeniárselas para moverse con rapidez.

Ragnarök: Las Voces del PasadoWhere stories live. Discover now