Capítulo 4: Bienvenida 2/2

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—Eeehhh...— Eiffel pensó antes lo que iba a decir— ...Dan, ¿quieres que vayamos a por un helado?

Mi amiga miró a Dan de reojo y este lo pilló en seguida. Era bueno captando indirectas, al menos.

—¿Con este frío?— Pregunté enarcando una ceja.

—Ehh... sí— Empezó Dan, parecía bastante estresado y buscó ayuda mirando a Eiffel antes de volver a hablar—, sí, es que, em... el helado pega en todas las épocas del año, ¿no crees?

—Bueno, supongo que sí— Seguí con la ceja enarcada.

—Entonces...— Empezó Eiffel, ella y Dan se levantaron de la mesa y comenzaron a andar deprisa— ...nos vemos.

—Pero, esper...

Y antes de que pudiera terminar la puerta principal se cerró. Genial.

—Preferiría morir antes que tener que pasar un segundo más aquí— Comentó Lucas mientras se ponía en pie.

—Lo mismo te digo— Contesté mientras tenía los brazos cruzados sentada en la silla y con el ceño fruncido.

—Estupendo, pues me voy.

—Genial, estoy deseando que te vayas.

—¡Bien!

—¡Vale!

Y portazo al canto.

Bueno, así que... se había ido. Genial, no quería ni verle. Era el vecino más insoportable que había tenido jamás en mi vida.

Disfruté de mi soledad un par de minutos hasta que de repente una notificación de un móvil, saltó y no era precisamente de mi móvil.

Fui hacia el sonido y encontré un teléfono que supuse que era de Dan... hasta que vi que la propia notificación era un mensaje del mismo Dan.

UGH, LUCAS.

Yo era demasiado buena persona como para permitir que se quedara sin móvil, y además que quería mantener mi conciencia limpia, así que sin pensárselo mucho fui a llevarle el dichoso móvil.

Entonces, Justo cuando estaba a punto de tocar a la puerta, escuché que alguien subía las escaleras y cuando vi quien era mi cara se llenó de confusión pero a la vez de alegría.

—¿Tú?— Pregunté algo confundida—. ¿Qué haces aquí otra vez?

—Hola a ti también— Dijo acercándose hacia la puerta y sacando una llave—. Y vivo aquí con mis compañeros de piso, ¿qué haces tú en mi puerta?

—Pues quería darle este móvil a Lucas, es...

—¿Lucas?— Me interrumpió—, ¿ya os conocéis?

—Sí, es... somos conocidos, por suerte... o por desgracia— Murmuré eso último y por suerte no lo escuchó.

—Pues estás de suerte— Dijo introduciendo la llave en la cerradura para abrir la puerta, yo me eché a un lado—, creo que Lucas está en casa.

—Si... yo también creo...

La puerta se abrió y a simple vista, la casa tenía la misma distribución que mi piso.

Camine detrás de Hugo, quien había confiado en mí ciegamente, ¿quien se fía de alguien al que acaba de conocer? De verdad que la gente de hoy en día...

—Lucas, traigo a una damisela— Bromeó Hugo mientras dejaba las llaves en la mesa del salón.

Lucas estaba de espaldas en un sillón y solo se veía un poco de su cabeza por detrás.

En poco tiempo Where stories live. Discover now