Fred quiso decir algo, un comentario gracioso o lo que fuera, pero no podía dejar de ver sus ojos, uno azul como el cielo y otro blanco como las nubes. La distancia a la que estaban era muy corta y se sentía como un imán lo jalaba a ella.

Leash también lo sintió y de repente se dio cuenta de la distancia a la que estaban y se puso muy nerviosa.

Escucharon como alguien se aclaró la garganta detrás de ellos y ambos voltearon a ver quién era.

Draco estaba de pie, con los brazos cruzados, mirándolos con el ceño fruncido, llevaba apenas unos segundos ahí pero no le gustó lo que estaba viendo.

-¡Draco!- dijo Leash levantándose rápidamente de Fred, se limpió la tierra que tenía en la ropa y luego ayudó a Fred a levantarse, el cual seguía muy sonrojada.

-Lamento interrumpirlos- dijo igual de serio, pasando sus ojos entre el pelirrojo y ella

-¿Qué haces aquí?- preguntó Leash intentando cambiar el tema

-Hoy íbamos a pasar el día juntos- le recordó, sin quitar la mirada de Fred- Estuve buscándote, Neville me dijo que te podía encontrar aquí- dijo finalmente

-Cierto- dijo Leash- Lo olvidé, lo siento- se disculpó apenada.

El clima era un poco frío, la única razón por la cual Fred y Leash no lo habían sentido era por la adrenalina y los movimientos que estaban haciendo, pero ahora que el momento había pasado, la piel de Leash empezó a enchinar.

-Ten- dijo Draco notando aquello, se quitó su suéter por encima de su cabeza y se acercó para ponérselo a su novia.

Fred se apartó unos pasos para darles privacidad y se quedó observando el cielo incómodo.

-Gracias- dijo Leash una vez que ya lo traía puesto, le quedaba un poco largo ya que Draco era más alto que ella, pero ella sintió mariposas en el estómago al oler la colonia de él.

-¿Nos vamos?- le preguntó Draco extendiendo la mano, Leash la tomó y se volteó a ver a Fred

-Nos vemos mañana Weasley- y con una sonrisa, se fue con Draco.

Fred los observó alejarse, el cabello blanco de él haciendo contraste con el rojo de ella, hasta Fred sabía que las cosas entre esos dos no estaban del todo bien, pero no podía meterse, estaba mal. Pero a veces cuando veía la forma que Leash lo miraba...

Apartó esos pensamientos de su cabeza y siguió el camino hacia la sala común de Gryffindor.


Era un sentimiento raro.

Leash se sentía nerviosa, como cuando estás en un cuarto de personas que no conoces y quieres hablarles pero, tienes miedo de hablar o decir algo equivocado, así se sentía Leash. Pero no estaba en un cuarto con desconocidos, estaba con Draco, estaba con su novio, con el cual llevaba saliendo más de un año, pero las cosas habían cambiado desde entonces.

Estaban en el Gran Comedor cenando, las velas del techo estaban prendidas por lo cual le daba un toque más rústico al lugar, estaban en la mesa de Slytherin, pero Daphne y Blaise estaban lejos de ellos, dándoles privacidad.

Draco estaba sentado enfrente de ella, traía una playera de botones negra de manga larga, al igual que sus pantalones, su cabello platinado estaba peinado hacia atrás y en sus manos tenía el anillo que siempre usaba, era grande y plateado, le pertenecía a su familia. Estaban comiendo en silencio, cada uno de un lado de la mesa.

Leash se había soltado el cabello y sus rizos rojos caían en sus hombros, aún traía el suéter color beige de él, el cual lo arremango para no ensuciarlo con su comida.

-¿Cómo es que no te ha dado diabetes?- preguntó Draco de la nada

Leash observó su comida: Pan tostado con mantequilla y azúcar, acompañado de helado napolitano con cerezas.

-Todo el tiempo comes azúcar- dijo él

-No lo sé- admitió ella- He sido así desde siempre.... bueno- se corrigió- no desde siempre en realidad-

Draco se quedó callado, dándole a entender que continuará.

-Cuando era pequeña y estaba en casa de padre, no me dejaban comer nada de azúcar, dulces, pan, etc.- le dio una mordida a su pan- Cuando madre y yo humos, comíamos lo que encontrábamos, lo que la gente llegaba a darnos- explicó- Entonces, cuando me asenté y conseguí mi casa, me deje comer todo lo que nunca pude- señaló su plato

Draco sonrió con ternura, aún ahora, el hecho de que comiera como una niña pequeña se le hacía gracioso y muy contradictorio de como lucía y actuaba.

-Bueno, cuando podamos salir de aquí, te llevaré a ese restaurante lujoso y podrás comer todo lo que quieras- le sonrió con alegría, aunque no sabía si alguna vez podrían hacerlo.

Leash sonrió y observó su plato d comida

-¿Quieres?- le preguntó Leash

Draco se levantó de su asiento, parándose en él y pasó por encima de la mesa, Leash rió por eso, él odiaba tener que darle la vuelta a esa gigantesca mesa. Se sentó a su lado y con una cuchara empezó a probar el helado.

Se quedaron ahí, hablando, riendo y comiendo y esas horas ahí se sintieron como los días anteriores, cuando no tenían que preocuparse de una guerra, Voldemort o una profecía.

No me dejes -2 (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora